viernes, 15 de enero de 2021

A FLOR DE PIEL. JAVIER MORO.

 

  Venía en el coche y Julia Otero hacía una entrevista a José Tuells, especialista en la expedición que llevó la vacuna de la viruela a miles de personas a principios del XIX. Luego entró en antena Javier Moro, el autor. Hablaron mucho y tendido sobre esta novela publicada en el año 2015. Ahora ha sido noticia porque la presidenta de la Comunidad de Madrid le ha puesto el nombre al hospital de referencia del Covid, el de la enfermera que acompañó al Dr. Balmis: Isabel Zendal, o Sendales. Y revisando los libros que mi hija Sara dejó en su habitación vi que lo tenía.    

Esta novela está construida a la antigua en el mejor sentido de la palabra. Contar una historia, simplemente, ni más ni menos. Sin florituras, sin experimentos formales o informales. La historia de una expedición científica. Javier Moro es a la escritura lo que Ferrer-Dalmau a la pintura: realista, efectiva, con su ritmo y sus colores. Decían que el médico jefe de la expedición tenía mal carácter. Quizá sea la única manera de llevar a buen puerto una expedición así. El médico Salvany, segundo en el mando, le llegó a decir a Zendal de Balmis que “Quiere a la humanidad más que a los humanos”.

  “En un abrir y cerrar de ojos de uno de sus tics, pasó de ser un hombre tímido y zoquete a transformarse en lo que en realidad era: un científico con un agudo sentido del método, un gestor con grandes dotes de organización y, sobre todo, un hombre con una visión clara y realista de los problemas”.

  Una frase que da una idea de cómo era Balmis, seguidor de las ideas de la ilustración en España. Y no solo era un gran científico, era sobre todo un organizador: “Crear una serie de juntas de vacunación en cada territorio, presididas por un jefe de distrito”. Esas juntas perduraron incluso después de la independencia de los países de ultramar. Todo desapareció menos eso. Así lo resolvió Simón Bolívar, sabedor de la importancia para la salud de sus pueblos.

  De Isabel Zendal cuenta lo que puede deducirse: que se le daban muy bien los niños. Que procedía de orígenes humildes, de una aldea cerca de La Coruña, que tenía un gran carácter y fortaleza para sobrellevar los sinsabores de una expedición como la que emprendieron. Ignoro si es verdad la relación amorosa que mantuvo con el Obispo de Puebla, Méjico, Ricardo María Rodríguez del Fresnillo. Pero ya se sabe que en la realidad pasan cosas y aún más extrañas que en la ficción. Quién sabe.

  La expedición fue impulsada debido a la expansión de la viruela tanto en los territorios de ultramar; Méjico, Colombia, Perú, Venezuela, Filipinas, como en la península. Desde el año 1803 al 1810, siendo rey de España Carlos IV y Godoy primer ministro. Para ello se hicieron con 22 niños de diferentes hospicios a fin de llevar sucesivamente la vacuna en los brazos de los niños; de dos en dos. Y ahí entra la labor de Zendal que era la encargada, rectora, del de la Coruña.

  La vacuna fue descubierta por Edward Jenner, médico británico, el cual observó que las mujeres encargadas de ordeñar a las vacas en el norte del país no se contagiaban. Propuso una inoculación del suero de dichas vacas, que tenían una variante de la viruela, y así se conseguía inmunizar a los vacunados. De ahí la palabra vacuna, de las vacas. Jenner llegó a decir de esta expedición: “No me imagino que en los anales de la historia haya en el futuro un ejemplo de filantropía tan noble y grande como este”.

  Mal vamos si nuestros hechos históricos más grandiosos son silenciados por desconocimiento, por negligencia, por ignorancia o por todo junto. En Méjico los niños estudian esta historia en los libros de texto. En España nadie la conoce. Por eso hacen falta escritores como Javier Moro. Y todos deberían agradecérselo. Yo lo hago.

 

3 comentarios:

Juan M dijo...

Acabo de terminar el libro de Javier Moro. Coincido en la valoración. Desgraciadamente, la ingratitud, que tantas veces se viste de ignorancia, forma parte de nuestro carácter hispano. Con honrosas excepciones, que permiten confiar en el poder de la verdad histórica, cuando se cuenta de forma interesante y amena, como pasa con este libro de Moro.

Hermi dijo...

Así es, Juan M. me alegra que hayamos coincidido. Gracias por pasarte. Que por cierto me ha sorprendido: no le doy ni un gramo de publicidad a este blog, que en realidad lo hago para buscar más rapidamente las cosas que me llaman la atención de lo que leo.
En todo caso, gracias.

Anónimo dijo...

Excelente libro!