Debería haberlo sabido, o quizá lo había
olvidado pero el caso es que Twain se llamaba en verdad Samuel Langhorne
Clemens. En fin, yo creo que hizo bien cambiándose el nombre. Como decía aquél,
el nombre define el destino de las personas. Porque Salmerón de haberse llamado
Salmerín nunca habría llegado a nada etcétera.
Este libro lo encontré en uno de los montones
más atractivos de Campillo del Nuevo Mundo, en el Rastro. Lo agarré al instante
por si alguien lo alzaba antes. De entre los cientos de libros archiconocidos y
manidos aparecen de vez en cuando libros raros de ver como el presente. Y
aunque no tenía muchas esperanzas de que me gustase, me ha alegrado más de dos
o tres ratos.
Se cuentan con cierto cachondeo las
costumbres y las manías de las personas de los países que visita. Como gran
viajero es también un gran observador. “En las colonias no son las dentaduras
lo que más brilla. Un ciudadano me contó que no les emplastan las muelas, sino
que las extraen y las ponen postizas, y que de tanto en tanto se ve una
muchacha que tiene la boca completamente reconstruida. Puede considerarse
afortunada. ¡Ojalá hubiera nacido yo con los dientes, el hígado y los
forúnculos falsos! Mejor me iría”. Me río y lo suscribo.
En Australia habla del drama de los
aborígenes y de cómo les trataron los europeos recién llegados para cumplir
penas de prisión apenas por nada. Eso sí que podía convertirse en una verdadera
leyenda negra. Tremenda la caza a la que sometieron a los pobladores
originales.
También habla de la fauna tan especial. Y
mienta al Dingo, el perro australiano ya desaparecido para siempre.
Me ha gustado y si alguna vez encuentro el
2. O el 3. Lo compraré. Sobre todo sabiendo que el precio no pasará de los 2 o
tres euros. Editorial Laertes. 1992.
El libro lo he leído, cuando podía, mientras
que pasábamos un fin de semana en un pueblecito de Soria, cerca de la presa del
charco del Cura o llamada también Playa Pita. Un sitio boscoso y cuidado.
Mientras, me entero de la muerte de mi primo V. Alguna vez, hace ya tantos
años, le tuve un gran afecto. Hace ya tanto tiempo. El tiempo infinito en el
que se ha sumergido para siempre. Yo le perdono.
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