lunes, 26 de agosto de 2019

LA ODISEA DE CABEZA DE VACA. RUBÉN CABA Y ELOÍSA GÓMEZ-LUCENA.



   Como hago a menudo cuando voy a caminar, escucho alguna conferencia de la Juan March para, a la vez que me entretengo, desenburrecerme un poco. De febrero de 2019 es la conferencia. Anteriormente la he descargado en el móvil. Es del profesor Carlos Martínez Shaw, claro acento sevillano, ameno, buen hablador, risueño y simpático, documentado, como no puede ser de otra manera. Cuenta cosas tremendas de los viajes y naufragios de este español que las pasó tan putas que deberíamos decir pasarlas “vacas” en vez de “putas”, mucho menos correcto, y menos en los tiempos que corren. El caso es que de entre toda la bibliografía de la que habló, este libro es al que más elogio endilgó. Y es curioso porque de entre los dos nombres que cita como autores, Rubén y Eloísa es a esta última a la que más nombra. No sé si habrá algún interés oculto pero el caso es que lo consigue. Es capaz de insuflar toda la pasión que este miembro de la academia de la historia en los oyentes. Tanto es así que me puse a buscar el libro por todas partes: en la feria del libro, en la editorial hispanoamericana del barrio de las letras…, nada. Al final, como casi todo, encargo por internet. En dos días lo tenía en mis manos. Editorial Edhasa, tapa dura, con mapas y bastantes ilustraciones. Letra grande, papel oloroso.
  Todo en la vida de Alvar Núez es desmesurado. Los naufragios, las caminatas: se calcula que debió caminar a pie –y casi todo descalzo- casi diez mil kilómetros. Sanador. Muchos indígenas lo tomaban por chamán o médico porque fue capaz de curar a muchos y era atrevido. Tuvo los cataplines de sacarle una flecha cerca del corazón a un tipo que luego siguió viviendo tan feliz.
  Años más tarde de su odisea particular hubo de hacer como tantos otros: pleitear con el Estado después de dejarse la piel y sin haberse llevado nada más que migajas.
  Una gozada de lectura. Mereció la pena.

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