lunes, 19 de agosto de 2019

MICHEL HOUELLECQ. SEROTONINA.



    Las últimas fotografías de Houellebecq lo presentan avejentado, con el pelo largo y aparentemente sucio y con los párpados caídos, como cansado de escribir o de vivir. Así es como me ha parecido esta novela. Y mira que me han gustado las anteriores pero cuando solo me quedaban treinta o cuarenta por leer me preguntaba: ¿qué me quieres contar por el amor de Dios?  Su fuerte eran las escenas sexuales, desinhibidas, sorprendentes, inquietantes. Aquí parece haberse quedado como su personaje: despojado de la libido a costa de inflarse de tomar antidepresivos. Sólo unas escabrosas y sofocantes escenas de pornografía y bestialismo. Una pincelada para cubrir su expediente.
  Tiene el protagonista varias relaciones a cual menos interesantes. No profundiza en nada a no ser en el aburrimiento.
  Mucho me tiene que convencer para volver a comprar y leer algo suyo. Desde luego no me gastaré casi veinte pavazos para leer esta cochambre. Intenta arreglar algo en uno de los capítulos finales (en realidad podría haber sido uno de esos relatos que publican en los periódicos en verano a falta de algo más sustancioso) hablando de Thomas Mann o Proust. “… el escritor, contrariamente a lo que cree todo el mundo, no necesitaba en absoluto conversaciones intelectuales, sino amores ligeros con muchachas en flor”. Buen intento. “Por más que Proust y Mann poseyeran toda la cultura del mundo, por más que estuvieran a la cabeza (en el impresionante comienzo del S XX, que sintetizaba por sí solo ocho siglos e incluso un poco más de cultura europea) de todo el saber y toda la inteligencia del mundo, por mucho que representaran, cada uno por su lado, la cima de la civilización francesa y alemana, es decir, de las civilizaciones más brillantes, más profundas y refinadas de su época, no habían estado menos a merced, y dispuestos a prosternarse, ante cualquier coño húmedo o ante cualquier polla valientemente erguida, según sus preferencias personales”. Así. Madre mía que ataque de fatiga ha debido sufrir este hombre.

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