miércoles, 14 de junio de 2017

14 de junio, 2017




Hoy he vuelto a picar en uno de esos enlaces anzuelo de la prensa digital. Anunciaba una pelea en Marbella entre jóvenes. Celos, ropa apretada y gafas de marca. Uno de ellos lo graba todo. Está la imagen y el sonido. Golpes que no son como en las películas: un puño contra la cara no suena como un tambor: suena más bien como una palmada: la violencia viene al instante en forma de hematoma, fractura o coágulo de sangre.  Llaman a la policía y llega enseguida. Pero… Siempre he pensado que cuando las sociedades degeneran, surgen crueles jaurías humanas, que, libres ya del miedo al castigo o a la venganza, se enfrentan en una guerra a mordiscos.
  El video me ha recordado un párrafo de los Diarios de Jünger de la II Guerra Mundial:

  Radiaciones II. Ernst Jünger. París, 16 de abril de 1943.
  “En las conversaciones sobre la crueldad de estos días emerge con frecuencia esta pregunta: de dónde salen todas esas fuerzas demoniacas, como los desolladores y asesinos, esas fuerzas que, sin embargo, nadie había visto y ni siquiera sospechado. Pero estaban presentes en potencia, como lo demuestra la realidad. La novedad está en que ahora se han hecho visibles, en que han quedado sueltas, lo cual les permite causar daño a los seres humanos. Ha sido nuestra culpa común lo que ha llevado a dejar sueltas esas fuerzas: al despojarnos de los vínculos desencadenamos simultáneamente lo que había en los subterráneos. No nos es lícito, pues, quejarnos si el mal nos golpea a nosotros también en cuanto a individuos”.

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