Hoy he
vuelto a picar en uno de esos enlaces anzuelo de la prensa digital. Anunciaba
una pelea en Marbella entre jóvenes. Celos, ropa apretada y gafas de marca. Uno
de ellos lo graba todo. Está la imagen y el sonido. Golpes que no son como en
las películas: un puño contra la cara no suena como un tambor: suena más bien
como una palmada: la violencia viene al instante en forma de hematoma, fractura
o coágulo de sangre. Llaman a la policía
y llega enseguida. Pero… Siempre he pensado que cuando las sociedades degeneran,
surgen crueles jaurías humanas, que, libres ya del miedo al castigo o a la
venganza, se enfrentan en una guerra a mordiscos.
El video me ha recordado un párrafo de los
Diarios de Jünger de la II Guerra Mundial:
Radiaciones II. Ernst Jünger. París, 16 de
abril de 1943.
“En las conversaciones sobre la crueldad de
estos días emerge con frecuencia esta pregunta: de dónde salen todas esas
fuerzas demoniacas, como los desolladores y asesinos, esas fuerzas que, sin
embargo, nadie había visto y ni siquiera sospechado. Pero estaban presentes en
potencia, como lo demuestra la realidad. La novedad está en que ahora se han
hecho visibles, en que han quedado sueltas, lo cual les permite causar daño a
los seres humanos. Ha sido nuestra culpa común lo que ha llevado a dejar
sueltas esas fuerzas: al despojarnos de los vínculos desencadenamos simultáneamente
lo que había en los subterráneos. No nos es lícito, pues, quejarnos si el mal
nos golpea a nosotros también en cuanto a individuos”.
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