miércoles, 16 de marzo de 2016

MEMORIAS. 1932. MANUEL AZAÑA.




  Nunca imaginé, en mi ya dilatada carrera de humilde lector, que fueran a gustarme tanto estas memorias del que fuera Ministro de la Guerra en el gobierno de la 2ª República española, allá por el año 1932. Pedazo de escritor fino y atento.   Aun siendo gran defensor de aquel intento, siempre he pensado que en aquellas políticas hubo dos grandes errores que nos llevaron a todos al gran desastre: 1.- Se hicieron cambios demasiado profundos aunque necesarios. 2.- Se hicieron demasiado rápidos: el ejército, la iglesia, la educación, la reforma agraria…, casi nada. Se decretó el jueves y el viernes santo como días laborables. En el ABC de aquellos días: “Hoy es Jueves Santo, aunque no se quiera”. Él añadía ¿Y quién no quiere? “Madrid no ha tenido hoy ni ayer el aspecto terriblemente provinciano y cursi que adquiría otros años en tal fecha”.
 La República se estrenaba con dos hechos deleznables. Uno por cada bando: Castilblanco. Durante una manifestación uno de los cuatro Guardias Civiles que fueron enviados por el Alcalde disparó sobre un hombre. La multitud, presa de la ira, se abalanzó sobre ellos y los mató. Días después, en Arnedo, Guardias Civiles dispararon contra una manifestación matando a once personas e hiriendo a más de treinta.
  Me ha llamado mucho la atención la capacidad de este hombre para trabajar, su inteligencia, sus admirables dotes de mando, su habilidad para captar de qué iba cada personaje que pasaba por su despacho, qué pensaba, si era un traidor potencial o no. De destacar es la forma implacable con la que trataba a los militares. España era un sitio en el que hacía poco se había vivido el Desastre de Annual. Los “africanistas” tenían unos privilegios que no querían perder y que Azaña quiso ordenar. Las fábricas de armas fabricaban tanto y tan innecesario que quiso reorganizar. Organizar, ordenar, coordinar; demasiado para un país como el nuestro. Ya dijeron no hace mucho Sabina y Pérez Reverte en una charla de lo más instructiva. Los dos estaban de acuerdo que aquí se empezó a torcer de veras la cosa cuando echamos a los franceses y nos quedamos con el oscurantismo, el atraso, y dejamos pasar la modernidad, la ilustración, etc.
  El libro es un tapa dura del 76 con un fuerte y delicioso olor a papel y cola nada más abrirlo de par en par. Cruje un poco al manejarlo, pero en general parece mantenerse bien. Sólo cuando lo desnudamos de su sobrecubierta observamos que se está deslomando. Le aplico un celo a modo de banda.
  Ofrece muchas observaciones detalladísimas sobre lo que era su materia en el Ministerio: la milicia: “…la peor propaganda que se puede hacer en los cuarteles está en las malas condiciones en que viva el soldado. Un soldado mal acuartelado, mal alimentado, mal alojado es tierra propicia para todo género de propagandas disolventes, u es de buena política en todas partes cuidar de la vida material del soldado, además de su vida moral, que también es muy importante”. Me ha recordado un pasaje de Gibbon en La Caída del Imperio Romano en el que un Emperador, en su lecho de muerte, le decía a su sucesor: paga bien a los soldados, lo demás tiene menos importancia.
  Azaña era un intelectual amante de la literatura y de los libros: “Todo este ruido que hacen en torno mío no me gusta. Yo no tengo deseos de perdurar aquí, y mi mayor placer sería, concluida esta etapa, mandar a paseo la política y sumergirme en los libros”.
  La izquierda y los intelectuales: “Hoy en la presidencia he obsequiado con un té a los escritores y artistas. Han ido cerca de doscientos. Todos contentísimos, agradecidos a la distinción. El local les ha producido admiración. Todos los comentarios recaen sobre el distinto trato que la República da a los intelectuales, comparada con la monarquía. Se han conducido bastante bien y están pasmados de que se los perciba y trate con cortesía”.
  “La República no hace felices a los hombres; lo que hace es, simplemente, hombres”.   
  A lo que parece España era entonces y todavía un país diminuto como para albergar a un hombre de su estatura moral.

2 comentarios:

Anónimo dijo...


Dilayups si interrumpo, tan agradable tertulia
pues desde el XV que no como lector te he dejado
un par de letras casi a "unas palmitas en la espalda
como "un util progreso a tu factible labor coordinada
y siempre diafana, aunque supongo algo "tosca al no
encontrarse "el tacto femenino entre "tus maximas
lecturas y pienso que te ayudaria a corregir
con sensibilidad "lo plebeyo a la hora de "hurgar
en la puntual critica que deducimos sin leer "a su autor
es inefectivo anotarlo...

Si no lo hecho antes fue debido a "su mal funcionamiento
e intento "por segunda vez...

Respecto "al articulo del tiempo de Nuestros Abuelos mas
que Nuestros Padres que al Yo "crecer con Ellos en la region
que convivial eran anios demasiado "dificiles no solo para
"calidos suculentos pero mucho mas para uno poder socializar
y con ese "tipo de procrasticiones uno puede presentir sin
saberlo que "la pedadogia no era muy afable debido a la
existencia de guerras, el impedimento de hasta poder izar
la mirada a "la tal joven que a diario va "a misa con su madre
y no tienes "ni un par de perras gordas en el bolsillo para
insinuar una cita o invitacion si hay entonces algun lugar
una vez apagado "el sermon del Senior Padre pues antes solo
estaba "de moda, los bombardeos de avionetas a cada
"dos por tres... Yo no creo que esto puede "hacer sonreir
a nadie y mucho menos que se disfrute aun sabiendo
"tu propio enemigo pero claro, Ordenes son Ordenes
y por supuesto, Nada de Felicidad.

Las balas siempre apuntan al indefenso y tampoco "diminuto
sino "pura envidia de ser tan "grandes en BELLAS ARTES y
Lengua Natal.

Feliz Monkey Business!!

Ysa,

Hermi dijo...

Saludos, Ysa.
Sí que tengo lecturas e intereses femeninos.
Así, sin consultar, a bote pronto: Elvira Lindo y Svetlana Alexievich.