martes, 2 de marzo de 2010

Nuestras hermanas las Ratas. Michel Dansel



Hace unos años, deambulando por la FNAC de Callao, en un estante a ras del suelo y, fatigoso por lo agachado de la postura, encontré un librito en un estante inferior, que para mí es de los más valiosos que tengo. Es de color plata, de tapa blanda y con la caricatura de una rata en la portada. Su título es Nuestras Hermanas las Ratas de Michael Dansel. Este autor, surrealista francés, creó una revista, “Rattus,” que consistía en publicar cualquier noticia, documento o anécdota, relacionado con las ratas.

Mi madre me contagió el temor a las ratas. Pero me he sentido toda la vida interesado por la forma de vivir que tienen. Por supuesto adquirí este libro que ahora tengo entre las manos.

Su lectura es una delicia. Está lleno de historias increíbles. Cita a numerosos autores literarios que alguna vez se han encargado de contar algo sobre las ratas. Hay un parrafito que muestra por qué y de dónde sacó material para este libro: “Mi vocación de ratólogo se apoya en un largo y minucioso trabajo que consiste, desde hace muchos años, en clasificar en una habitación, a la que llamo mi ratoteca, el más mínimo documento, la más mínima información, sobre ese fecundo múrido”

Son inteligentes, oportunistas, gregarias, flexibles, rápidas, escurridizas cuando pueden y agresivas en la defensa. Las ratas pueden “comer cualquier cosa, desde la oreja de un bebé, hasta el hilo telefónico, pasando por cemento, frutas y cereales”

“...un desratizador echó gases tóxicos en un agujero de ratas. Algunos segundos más tarde, vio surgir por ese orificio una kamikaze reculando. El animal se quedó inmóvil cuando se encontraba a mitad del agujero y llenó su vientre de tal modo que quedase obstruida la salida. Durante ese tiempo sus congéneres, salvadas de la asfixia, salieron pitando por otro agujero”

“Un día, dos pequeñas ratas se paseaban santurronamente una al lado de la otra. De súbito se oyó un tiro de carabina. Una de las paseantes, herida de muerte, se desplomó. El hombre, quiero decir el asesino, que cometió ese crimen, iba a cometer otro, pero observó que la rata que no había sido herida se había quedado inmóvil. Con precaución, se acercó a ella y constató que estaba ciega. En cuanto a la que yacía en el suelo, en su hocico tenía una pequeña ramita para guiar a su compañera ciega”

¿No es encantador?

2 comentarios:

pikolín dijo...

un dato, no sé si salga en el libro que mencionas, que dicho sea de paso me interesa, un amigo minero me contó que para los mineros las ratas son sus guías, cuando están en profundos túneles si no ven ratas cerca es que algo anda mal e inmediatamente se retiran del lugar, son las primeras en sentir los derrumbes o cualquier otra circunstancia peligrosa.

personalmente me parecen unos seres fascinantes, de los pocos que, en relación al blog, se suicidan por el bien de la especie.

salud

Hermi dijo...

Así es querido pikolín, se suicidan por el bien de la especie.
Habrás escuchado eso que puede causar terror: Si las ratas pesaran setenta kilos serían los amos de la tierra. Pero más terrorífico sería pensar si no sería mejor para la misma tierra. En fin, un saludo y gracias.