domingo, 28 de marzo de 2010

27/03/2010


Casi nunca acepto las papeletas que infinidad de personas reparten a diario entre los transeúntes de Madrid para anunciar cosas. Sé que nada me va a interesar y en el mejor de los casos acabarán en pocos segundos en la papelera. Pero el otro día pensé que podía ser un desplante para gente que intenta ganarse así la vida y me dije que al menos ese día aceptaría toda clase de ellas. La primera era para anunciar una feria de vehículos en las cuales no hace falta apenas nada para adquirir uno: sin entrada, sin avales, con el regalo del seguro; casi podría seguir leyendo: “¡y sin dinero!”. En el siguiente el papel me ofrece dinero a cambio de joyas, de oro. Si uno camina por el centro de Madrid verá un ejército de personas anunciando que compran oro. El mercadeo de la necesidad. En otra papeleta se me ofrece trabajar a tiempo parcial o completo. Sin experiencia, con flexibilidad horaria e incluso sin desplazarme de mi domicilio. Y me pregunto ¿Habrá personas que se crean estas cosas? Y claro, cuando uno echa un sedal al mar siempre hay un pez lo suficientemente hambriento o curioso para morder el anzuelo.
Debe de haber mucha gente con verdaderos problemas. Pero, por supuesto, también hay papeletas para solucionar esto: ¡Una consulta espiritual! Se le solucionarán sus problemas sentimentales, espirituales, matrimoniales, enfermedades, económicos...-¡Dios mío, ¿cómo no va la gente en masa a pedir socorro?-, brujería, plagas, maldición hereditaria -¿cómo podría yo renegar de mi herencia hereditaria?-, envidias, cuerpo abierto... –¿qué es eso? ¡cuerpo abierto!- ¿yo tengo el cuerpo abierto? ¿quién no tiene el cuerpo abierto? No entiendo nada. ¿Hay gente que acude a estos sitios? Mucho me temo, por la cantidad de ellos que pululan por las calles, que sí. Qué pena.

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