domingo, 26 de enero de 2014

LA PAPISA JUANA. EMMANUEL ROYIDIS.




Hace unos años Rosa Montero escribió en El País Semanal un artículo muy curioso en torno a la historia de los Papas. Concretamente el título era Papas y papistas. Lo sé porque lo he buscado y ¡lo he encontrado! En el artículo, después de hacer un breve repaso por diferentes y curiosos papados, aterriza en la figura de Juan VIII, allá por el siglo IX. Y es que dice la leyenda que en realidad fue una mujer. En la novela de este autor griego nacido en el 1836 se cuenta esta historia poniendo parte de su imaginación y otra parte con sus profundos conocimientos de la vida en la Edad Media. La novela, tal como la conocemos hoy, fue un resumen traducido del griego por Lawrence Durrel, el autor del Cuarteto de Alejandría: “Una obra maestra de la irreverencia, ingeniosa y un poquito indecorosa”.
  Ya sabía, como he dicho, de la existencia de esta historia por el artículo de Rosa Montero pero no es lo mismo eso que asistir de primera mano y muy bien contado a los sucesos asombrosos que hubo de vivir aquella pobre mujer. Yo creo que fue verdad. De entre los 265 Papas que ha habido bien pudiera haberse colado una mujer. Al igual que se han colado locos, despiadados, y lujuriosos hombres. Está documentado que incluso hubo una escultura en su honor que fue más tarde arrojada al Tíber en la cual se veía a una mujer con los trajes papales y un niño en brazos. El caso es que según la novela, y en las escalinatas de la Iglesia de San Juan de Letrán, la mujer se puso de parto y dio a luz a un niño tempranero. Eso, por si fuera poco, se juntó con una invasión de langostas que dejó en la miseria a casi toda la población romana. Así es que los mataron a los dos a golpes y patadas en una versión, y atada por los pies a un caballo y arrastrada por la ciudad, en otra. Desde entonces se dice que hubo una costumbre por la cual el cardenal más joven palpaba por debajo de la silla papal los genitales del elegido y después decía Habet, y los demás contestaban: Deo Gratias. En fin que ha sido de agradable lectura. Un libro que compré en diciembre en un VIPs por un euro y donde para celebrarlo me fui a tomar una caña que me costó casi dos. Y ahora, buscando alguna foto para ilustrar esta entradilla, veo que incluso existe una película del año 2009: La pontífice. Vamos a verla.

martes, 21 de enero de 2014

JOSEP PLA. CARTAS DE ITALIA.

  
  Cuenta Pla que cuando comenzó a trabajar como reportero en Roma para El Sol de Madrid, cuyos artículos sobre el ascenso y auge de Musolini tuvieron cierto éxito, Ramiro de Maeztu le otorgó el título de periodista. Y añade que entonces, el ahora de él, ese mismo título se lograba tan solo haciendo los deberes. Y es que el oficio, como decía él, hay que ganarlo en la calle con el lápiz y el papel en la mano. Pla es un maestro en el arte de contar las cosas; un fino observador, un amante del arte, de la conversación, del buen vivir. Pocos comen y beben tan bien en la escritura como el ampurdanés. No pensaba yo que un amante de la cocina mediterránea se rindiera tan incondicionalmente a la pasta italiana; quién no.
  Italia es un conjunto de ciudades en diferentes paisajes y gentes con una historia frenética. Cuenta Pla que el historiador César Cantú, al relatar las guerras entre etruscos y romanos cedió un instante a la fatiga y para resumir escribió: “¡Cuántas guerras sin gloria!”.
  En este delicioso libro de Pla se habla mucho de comida, también. Pero rara vez se ven comensales; lo hace como podría hacerlo una guía competente. Hay mucho arte porque Italia rebosa de arte por todos lados. Hay arquitectura, paisajes, historia, anécdotas interesantes. Hablando de Perugino, Vasari decía que era persona muy poco religiosa a pesar de que pintaba sobre todo figuras y temas religiosos. “Sus únicas esperanzas e ilusiones fueron los bienes de la fortuna, y por dinero habría firmado cualquier contrato”. Frases chocantes; sólo por esta ya me rindo ante él: “En Italia nada es insípido. No he visto a nadie caminar por la calle con cara de bobo”.

miércoles, 15 de enero de 2014

REQUIEM POR UN CAMPESINO ESPAÑOL. RAMÓN J. SÉNDER.


  La novela tiene apenas setenta páginas. El libro, de Austral, tiene el doble porque la introducción, de Gómez Yebra, tiene más o menos las mismas.  La frase con la que defino el libro en mi agenda: un tiro en el corazón. Es un resumen a escala de lo que fue aquella espantosa Guerra Civil. La tapadera  de una olla a presión que reventó dejando todo perdido de muertos. La injusticia, el mirar para otro lado, el odio contenido durante siglos, las rencillas elevadas a categoría de crimen, la sinrazón, el desconcierto de no creer que todo aquello estaba pasando.
  Un año después de ser fusilado Paco el del Molino, Mosén Millán, el cura, espera a que lleguen los del pueblo para empezar la misa de réquiem. Y recuerda los hechos que sucedieron en el pueblo pequeño en el que él tuvo mucho que ver. Pero la gente no termina de llegar. Sólo hay, sentados en los bancos delanteros, unos cuantos con las limosnillas preparadas para limpiar conciencias.
  Ramón J. Sénder es un escritor español que tuvo que huir de su país dejando aquí a su familia. En el extranjero lo tienen en mejor estima que aquí. Afortunadamente algunos le adoramos. Seguiremos leyéndolo mientras podamos. 

lunes, 13 de enero de 2014

DEMASIADA FELICIDAD. ALICE MUNRO.


    Varios comentarios elogiosos hacia este libro de cuentos ha hecho que le vuelva a dar una nueva oportunidad a esta premio nobel canadiense.
  En el fondo he creído ver un paralelismo en las relaciones que tienen entre sí los personajes de esta escritora y los de las novelas de Paul Auster. Con una diferencia: en éste hay encuentros llenos de casualidades y sorpresas. Los personajes se encuentran y se mezclan; permanecen. En los de Munro muchas veces el narrador va de la mano de un personaje, se cruza con otro y deja abandonado al anterior, como si fuera una pulga saltando de un perro a otro.  Esa sensación me dio al leer el anterior libro de cuentos, Las Lunas de Júpiter. Sin embargo en éste me ha parecido que pasaba menos. Hay historias de vida que podrían pasar en tu vecindario, cosas que podría contarte al oído cualquier vecina hábil y bien informada. Una madre tiene tres hijos que son asesinados. El accidente de un chico, el hijo de un matrimonio joven que cae en un agujero en el bosque, una mujer que va con un libro de una escritora para que se lo firme en un comercio. Vacíos de vidas corrientes, crueldades en personas muy jóvenes. 
  El cuento que da título al libro es para mí el más conseguido. “Demasiada felicidad” son las palabras que pronuncia Sofía Kovalevski en la agonía. Ésta fue una famosa matemática y novelista rusa profesora en Estocolmo y su cuento es un homenaje a su figura, a las dificultades que tuvo que superar para llegar hasta donde llegó. Y su temprana muerte a los cuarenta y un años.
  Me ha gustado. He leído dos libros suyos. Es una buena escritora pero no ha conectado con mi manera de entender la literatura. Quizá por los temas, no sé.  

martes, 7 de enero de 2014

LA PIANISTA. ELFRIEDE JELINEK.


  Estas navidades he hecho un ejercicio en contra del “buenrollismo” de todas estas fiestas dedicadas al Dios del consumo. Ya, todas las cabalgatas, por ejemplo, están patrocinadas por empresas de construcción o por un economato o por lo que sea. Para contrarrestar, como digo, he visto la serie Hijos del Tercer Reich y he leído la novela de esta premio nobel austriaca. Otra forma de protesta es no haber consumido absolutamente nada que tenga que ver con el fiestón.
  Es la vida de una pianista que no ha triunfado todo a lo que su madre aspiraba. La madre la tiene poco menos que presa en su propia casa. La madre, desde su nacimiento, le ha puesto vendas en su alma y en su cuerpo a la manera de los piececitos de las geishas para no sentir, no estar para otra cosa que no sea la perfección. Y Erika, la pianista, se hace aún más dura consigo misma. Es profesora de piano que es donde acaban todos los que no llegan a tener un nombre. Y un alumno, mucho más joven, se enamora de ella. Y pasan cosas, muy duras. Hay escenas de esas que solo se ven en gente que solo habla alemán, de psicoanalistas y psicoanalizados desequilibrados. Gente trastornada, que ha crecido durante generaciones con los cilicios clavados.
  En la relación con el alumno “comienzan a abrirse paso las fantasías acunadas y nunca dichas, en las que se mezclan dominio y subordinación, placer y sufrimiento”. (Jordi Jovet). Y sin embargo, esta mujer, Elfriede Jelinek, escribe con una delicadeza y una poesía que hace de toda esa “mugre” una verdadera obra de arte.