lunes, 25 de marzo de 2024

DIARIOS 2011-2015. IGNACIO CARRION


 


  En la Cuesta de Moyano pregunto por el precio de un libro y me dice que están al precio de los libros nuevos. Es decir, cero descuentos. Entonces veo este cuarto volumen de los diarios de Ignacio Carrión que tantas ganas tenía de leer. El precio: diez euros porque estaba rebajado. ¿Entonces? ¿En qué quedamos? Aclarada la cuestión (no me quería hacer descuento en el carísimo de Savater, 20 euros por un libro finísimo) lo compré con gran contento por mi parte. Carrión fue reportero, periodista de ABC, El País, dio clases de periodismo, etc. Murió de cáncer en 2016. Era de izquierdas pero una especie de Jiménez Losantos de izquierdas. Le daba en plan mandoble a todo lo que se movía. La mañana que lo compré, mientras me tomaba un delicioso café con leche junto con una mini ensaimada, esto sobre Muñoz Molina: “Necesita llenar una página con una prosa reiterativa y recargada. Se trata de que lo que escribe suene bien. Es decir, se trata de quedarse en la superficie. Pero esto es solo un ejemplo de la banalidad efectista de Muñoz Molina que hace lo imposible por ocultar su banalidad y efectismo siendo doblemente banal y efectista. Parece estar diciéndonos: lector, aguanta un poco y si no cabeceas leyéndome, espero que al final habré conseguido mi propósito; entontecerte. Para eso me pagan”.

  Hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo. Leer que echa pestes de los diarios de Uriarte que a mí, de cabo a rabo, me encantaron. Tampoco que Juan Carlos I adorara a Franco. El emérito lo aguantaba y lo sufría, como todo el mundo.

  “Una buena colección de idiotas en El País de hoy. Vargas Llosa, Marías, Cercas… y tal vez –además del inevitable Cruz- algún otro”.

  “El País no es un periódico independiente. Depende de la Banca y del poder político”.

  No estoy de acuerdo como he dicho, pero por lo que sea, su estilo, su valentía, su crudeza, sus anécdotas y observaciones, me fascina leerlo. Sólo me queda comprar y leer el último, el año en que se despedía de la vida: 2016.

  Una cosa curiosa: mientras me tomaba el café y removía el azúcar una observación: “Viendo como remueve la cucharilla del café el azúcar en la taza, podría descubrir el carácter de las  personas”. Yo la muevo parsimonioso. Al igual que como. Siempre acabo el último, por eso parece que como más que los demás. Sin embargo mi hermano moviendo el café lo convierte en torbellino.

  Editorial Renacimiento, 475 páginas que se leen como el agua. Curiosamente nada más a cavar este volumen comienzo su Cruzar el Danubio, premio Nadal, y descubro que muchas de las cosas reales de su vida le sirvieron para engranar su novela, incluso hasta las histerias de su madre, cuando gritaba al vecindario que su cochino marido se la metía por detrás.

  Me encantan también sus referencias literarias. Me anoto éste que ya he leído en otros autores: El elogio de la sombra (Tanizaki), que elogia Salman Rusdie en sus memorias”.

  A veces mantengo con él un diálogo en forma de anotaciones de acuerdo o desacuerdo. Como cuando dice que el PP practica el cinismo y la mentira. Así, anoto al margen: “Si tú supieras como lo ha superado el Psoe en el 2023 y 2024...”.  

  Habla muy bien de Podemos y de Pablo Iglesias al leer un artículo “difamatorio de Caercas”. Y quiero informarle a pie de página que su querido Pablo ha abierto una taberna en Lavapiés.

  A Ignacio Carrión le gusta contarlo todo. Como si él y los demás conocidos estuvieran muertos. Un apunte sobre lo que cobra un autor de ventas mediocres: “La liquidación que ayer reibí de R. Cordelia: 317 ejemplares de Molestia I y 270 de Molestia II. O sea 1156 euros de derechos de autor. Un resultado modesto. Años 14”. Y qué pretendía. Vamos quedando pocos.

  “El primer síntoma de vejez es que uno empieza a parecerse a su padre”. En esas estamos.

  Sólo me queda por leer el último tomo que me lo reservo para la Feria de Madrid de mayo y junio. Creo haberlo visto en alguna ocasión. Hasta entonces pues.

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