Otro libro encontrado en la mesa gigante del El Campillo del Mundo Nuevo, el Rastro. He leído cinco libros de Javier Cercas y todos me han encantado. Por supuesto el primero, el archifamoso Soldados de Salamina.
Y casualmente acabo de ver una película que es paralela a esta novela. Cuántos miles de historias están oscuras, están en las sombras. La película es El maestro que prometió el mar. Toda la película en plena congoja. Cuántas injusticias en esos años de terror.
El monarca de las sombras reconstruye la vida de un tío abuelo del propio Cercas, Manuel Mena, hermano de su madre, que murió en la batalla del Ebro en el año 38, siendo alférez provisional. Era del mismo pueblo donde nació Cercas: Ibahernando, provincia de Cáceres, cerca de Trujillo.
La historia de su familiar andaba de boca en boca de los familiares directos, aunque siempre hablado en sordina, con dolor. Y Cercas se sintió en la necesidad de sacarlo de sus sombras y convertir su vida en una especie de Aquiles, alguien literario, digno de prestarle la memoria. Pero qué difícil hacer historia de nuestra historia. “Escribas lo que escribas, unos te acusarán de idealizar a los republicanos por no denunciar sus crímenes, y otros te acusarán de revisionista o de maquillar el franquismo por presentar a los franquistas como personas normales y corrientes y no como monstruos. Eso es así, la verdad no le interesa a nadie”.
Quizá es porque la verdad no existe o está repartida como un jarrón roto contra el suelo.
“Una novela es buena si le sale de las tripas al escritor; nada más: el resto son mandangas”. Hay trampas en los libros de Cercas, pequeñas o grandes mentiras que a mí me gustan en cualquier caso. En la página 238 dice el narrador, el que cuenta la historia o ¿el escritor Cercas? Que “no soy un literato y no estoy autorizado a fantasear”… cómo que no. Si reconstruyes están interpretando una partitura que estaba ahí. Él responde por mí: “Sea como sea, no puedo ir más allá: a lo sumo puedo aventurar alguna tímida conjetura, alguna hipótesis razonable. Nada más. El resto es leyenda”.
Siempre me ha gustado esa forma de narrar de mezclar, o más bien, intentar reconstruir una realidad con las técnicas de la ficción. Así el mismo Cercas, o Javier Moro o Lorenzo Silva, para mí maestros los tres en el arte de hacer novelas “reales”. Al menos hay que intentarlo: “No es verdad que el futuro modifique el pasado, pero sí es verdad que modifica el sentido y la percepción del pasado. Por eso el recuerdo que conservan de la II República muchos ancianos de Ibahernando es un recuerdo emponzoñado de enfrentamiento, división y violencia”.
En la película mencionada, a un maestro catalán de un pueblo de la provincia de Burgos, Bañuelos de Buerba, se lo llevan preso falangistas y lo ejecutan, o al menos eso se deduce de documentos y excavaciones. En realidad no se ha recuperado nunca el cuerpo del maestro Antonio Benaiges.
“El 19 de noviembre del año 33 ganan las derechas. La izquierda cometió el error de echarse a la calle con el fin de recuperar allí el espacio perdido en el Parlamento y de detener por la fuerza a la derecha, olvidando que carecía de fuerza suficiente para hacerlo. La revolución de octubre del 34, con la posterior y salvaje represión militar, fue el primer gran testimonio sangriento del fracaso gradual de una democracia que se estaba quedando sin demócratas; un fracaso que las elecciones de febrero del 36 no fueron capaces de frenar”. Párrafo para enmarcar… “sólo era posible terminar con el desbarajuste terminando con la República”.
¿Se podría repetir la historia? Pues depende como todo del dinero, del progreso, del reparto de la riqueza, de que no llegue la miseria a demasiados: “los que pasan hambre llevan razón al odiar a los que pueden comer y los que pueden comer llevan razón al tener miedo de los que pasan hambre”.
Vidas aprovechadas y vidas tiradas. Vidas completadas y vidas truncadas. Siempre es así. Un personaje le dice a otro: ¿Sabe qué es lo peor que le puede pasar a una persona? Llegar a mayor y darse cuenta de que no sabe nada. A mí me pasó a los treinta y cinco años, y desde entonces no he hecho otra cosa que estudiar. Sigo sin saber nada, pero por lo menos disimulo mejor”.
Me gusta Javier Cercas y seguiré leyendo sus libros escriba de lo que escriba. “Iba a descubrir que un mismo hombre es capaz de lo mejor y de lo peor”.