lunes, 18 de abril de 2022

GENTE DE ORDEN. CRISTIAN SEGURA.


   Claro que funcionan los artículos si se trata de animar la venta de libros comentados. Este, de Cristian Segura, del que he leído variados artículos en el periódico sobre todo acerca del procés, lo ha recomendado mi querido Antonio Muñoz Molina en uno de sus últimos artículos en El País. No suelo hacerle caso porque no siempre hemos coincidido en gustos pero sabiendo que se trataba del asunto catalán he dudado poco.

  Gente de orden, trata sobre la alta burguesía catalana y su transformación-decadencia, es decir del poder y su ética y estética, su antiguo brillo, y su camino hacia una parodia de sí misma. Hace retratos bien acertados y muy ilustrativos de quién es quién. Por ejemplo hablando de Vilarasau y Fainé, madamases de la Caixa. Dicen llevar los cristales de las gafas siempre extra limpios. Los pobres siempre llevamos las gafas comiditas de mierda. Dice: “Yo también llevo gafas y nunca he conseguido que fueran tan trasparentes o que estuviera tan limpias. Era una obsesión, cuando coincidía con Fainé o Vilarasau, observar los cristales de sus gafas. Ambos tienen una mirada que te puede crucificar y una voz sinuosa, como la de Marlon Brando en El Padrino; secos como la mojama, mastican lentamente y en silencio las pocas palabras que oirás de ellos. Los presidentes de La Caixa son como monjes guerreros; son los shaolin del poder”.

  “A pesar de que sus habitantes pueden ser gente arrogante, hoy sobre todo dan lástima, como los indígenas que venden baratijas a los turistas”.

  “Si el quebradero de cabeza implica una reunión de urgencia con la máxima autoridad de uno de estos tres bancos, entonces, como diría Saul Goodman, es que el problema ha pasado a ser un río de caca”. Todo esto lo pensaban Segura y su jefe cuando fueron llamados por el semidiós Fainé.

  Me gusta porque raja, y bien, de los nacionalismos. De las tontadas del nacionalismo. Que si no fuera porque son peligrosos, darían risa. “Una de las verdades que aprendes cuando vives en el extranjero es que, desgraciadamente, el nacionalismo no se cura viajando”.

  Verdades del barquero dichas por un catalán de conocimiento directo: “Mi abuelo materno, médico de prestigio e intelectual de cierto renombre durante el franquismo, mantenía de joven ideas claramente republicanas y catalanistas, hasta que se perdió la guerra. Cuando Franco llega al poder, mis dos abuelos no dudaron en celebrar el silencio y la paz que se impuso”.

    Me ha gustado mucho. Es como un grito de verdad entre tanta mentira y postureo. Se ha convertido para mí en todo un periodista de referencia.

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