Este libro ya lo había visto muchas veces en Center Book, que es uno de esos comercios donde se venden libros nuevos pero de saldo, mezclados con otros tipo Taschen, y otros de gran tirada; títulos de los más vendidos. A veces he encontrado libros bastante buenos y baratos, como los de la colección de Galdós o la última de Pío Baroja a cinco euros. Este que me ha ocupado costaba cuando salió 20 euros, luego a 5 de saldo y al final, el día que lo compré, por uno. Un euro, menos que un cortado. La verdad es que da pena ver esos montones de libros apilados, libros que fueron la apuesta de gente preparada y de esfuerzos compartidos para verlos así, o salvados por un euro o como carne de guillotina. No me he arrepentido.
Schwalbe, un editor y periodista cultural de Nueva York de mi edad cuenta la enfermedad de su madre, cáncer de páncreas, y del club de lecturas que se montaron para llevar mejor el trago. Si es para hablar de libros seguro que algo se puede sacar, pensé. Una de las primeras novelas que comentan, éxito apabullante en EEUU, fue En un lugar seguro, de Wallace Stegner. La he buscado y efectivamente está traducida y editada por Libros del Asteroide. Y la tuve en las manos antes de esta exultante recomendación. Por supuesto ya está en la lista de compras cuando le toque.
En el libro se habla mucho de la enfermedad, de la muerte que se aproxima, de la vida que se va a ir dejando atrás y, claro, de libros. Se habla de muchos libros; muchos no los conozco y no he sentido curiosidad por leerlos; otros ya los he leído y otros ya están apuntados. También se habla de la forma de leer, de la dificultad de leer algunos libros: qué duro que es leer la novela de Thomas Mann, José y sus hermanos, dice Schwalbe. A él le cuesta mucho pero su madre insiste en que es un libro genial y que es como un catálogo de todos los comportamientos humanos, además de ser muy divertido. Entonces el hijo le dice que el traductor al inglés le había dicho que “conviene empezar por la página cien y volver al comienzo una vez terminada la lectura”. Yo eso no lo he hecho jamás con un libro pero conozco gente que sí.
Hemos dicho que el autor es de mi año de nacimiento y he comprobado que compartimos maneras de entender las cosas. “Anunciaba que ciertos libros eran un poco demasiado adultos para nosotros. Nada nos hacía abalanzarnos más rápido a leerlos”. ¡Cuántas veces habré dicho yo eso mismo: lo mejor para que los jóvenes lea en Quijote, prohibirlo.
Me ha gustado más de lo que me esperaba; mucho menos el título. Creo que ahí no estuvieron acertados. Su madre, la verdadera protagonista, Anne Mary Schwalbe, fue una activista social, agitadora cultural, impulsora de programas de bibliotecas en países en conflicto, etc. Descanse en paz.
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