domingo, 25 de octubre de 2020

XAVIER DE MAISTRE. VIAJE ALREDEDOR DE MI HABITACIÓN.

 

  No entiendo que este libro lo leyera hace diez años y no pusiera aquí nada sobre su lectura. Sí, en una entrada de ese año dice que lo leería, y lo leí, pero no puse nada, algo raro. Y sé que fue hace diez años porque en la anotación que hago a todos los libros que comienzo a leer puse que lo empecé el día que mi hermano Dani se iba a vivir a Buenos Aires. 9 de febrero de 2010. El otro día leí algo sobre esta obra tan original y sutil y lo busqué. Me costó encontrarla. Está editado en El Funambulista en la colección de grandes clásicos. Ha sido comentado por infinidad de escritores y ha servido para resaltar el poder de la imaginación, junto a El Peregrino de la estrella de London, a Stern, etc. El caso es que, en estos tiempos de confinamiento y hastío, qué mejor que leer esta clase de libros. Es por tanto una relectura como lo fue en los meses más duros la relectura de la Peste, de Camus.

  El argumento es el siguiente, Maistre, noble de Alsacia, militar destacado en Turín es arrestado en su domicilio por un lío de un duelo. Y el hombre en vez de tomárselo a mal, a la tremenda, se dedica a viajar por su habitación echándole, es verdad, una imaginación prodigiosa. Habla de unos cuantos temas; tampoco muchos porque es cortito y tampoco es que estuviera una eternidad recluido: mes y medio, menos de lo que nos hemos tirado nosotros en esta caca de año que tan poco le va quedando, y lo que nos queda.

  En efecto, recorre la casa, mira cuadros colgados y los comenta, se mira en un espejo y filosofa en consecuencia; de alguna manera también me recuerda a Oblomov y su relación con el criado, se acuerda de amantes, de su querido amigo, habla encantadoramente de su perra (hasta me emocioné recitando el párrafo a E. contando ese amor incondicional) “…no ha habido el menor enfriamiento entre nosotros, y si ha surgido entre nosotros algún pequeño altercado, confieso de buena fe que la equivocación ha sido siempre por mi parte, y que Rosine ha dado siempre los primeros pasos hacia la reconciliación”, y llega a tener un diálogo con Platón, Aspasia, Pericles, Hipócrates, y otros filósofos. Impagable lo que le dice este último en sueños: “Si los descubrimientos de los que me habláis fuesen ciertos, y si hubiesen sido tan útiles a la medicina como pretendéis, habría visto disminuir el número de hombres que descienden cada día al reino oscuro, y cuya lista común, según los registros de Minos, que yo mismo he verificado, es constantemente la misma que antaño”.

  “Del mismo modo, la naturaleza, indiferente a la suerte de los individuos, vuelve a vestir el traje brillante de la primavera, y se adorna con toda su belleza alrededor del cementerio donde él reposa. Los árboles se cubren de hojas y entrelazan sus ramas; los pájaros cantan bajo el follaje; las moscas zumban entre las flores, todo respira la alegría y la vida en la estancia de la muerte; y por la noche, mientras la luna brilla en el cielo y mientras medito cerca de ese triste lugar, oigo al grillo que prosigue alegremente su canto infatigable, escondido bajo la hierba que cubre la tumba silenciosa de mi amigo”. Hermoso párrafo.

Hay otro libro de este autor que me apetecería mucho leer, El leproso de la ciudad de Aosta: “Al final de todo infortunio hay un goce que el común de los hombres no puede conocer y que os parecerá bien singular: el de existir y respirar”.  Curiosa frase en estos tiempos en el que pasear, viajar es ahora un lujo casi imposible.

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