viernes, 12 de junio de 2020

John Williams. Stoner.


 
 Hace unos meses Muñoz Molina habló de esta novela y como casi siempre le hago caso y la compré. No siempre acierta. A veces no me han gustado algunas cosas suyas recomendadas, pero por lo general suele acertar. Stoner me ha gustado mucho. Ese ambiente universitario, las cosas tan claritas contadas, con ese estilo pulcro, sencillo, pero tremendamente efectivo. “Y puede ser divertido pasear por el mundo una vez más antes de regresar a los claustros y a la lenta extinción que nos aguarda a todos”.
  Decía Muñoz Molina que había visto este libro en el aeropuerto de Lisboa y que debería darle vergüenza a los aeropuertos españoles, tan canijos a la hora de ofrecer un fondo de títulos. Es verdad. Cada vez hay menos cosas, y no solo en los aeropuertos: también en librerías: Fenac, Casa del Libro. Les cuesta dinero el local, el espacio. Por eso se está comiendo la tarta tan rápido Amazon.
  En la portada existe una frase que pudiera servir de reclamo a millones más: “Calificada por la crítica como la novela perfecta”. Y otras del estilo: la mejor novela de la década. La mejor novela de misterio, o de terror, o de lo que sea. La mejor novela en muchas décadas. En fin, cualquier exageración. Para mí no llega a la categoría de perfecta pero sí me ha parecido una novela redonda, donde se cuenta la vida de un hombre, en principio para tener una vida gris y vulgar (descendiente de una familia de granjeros), y que llega a profesor de universidad para tener una vida más bien gris y vulgar. Está a punto de irse a la guerra, como sus amigos, y decide no hacerlo: “Debe recordar lo que es, lo que ha elegido ser y el significado de lo que hace. Hay guerras, derrotas y victorias de la raza humana que no son militares. Recuerde eso mientras decide qué hacer”. Le dice un superior del claustro.
  Lo que se cuenta carece de toda épica. Es la vida que podría tener cualquier hombre: estudia, se hace un hueco en un trabajo, se casa, tiene un hijo, tiene problemas, tiene una amante, en fin, lo normal, pero donde estalla el talento es en la forma de contarlo. Todo está en su sitio. Da la información exacta sin que sobre nada. Y un final triste, como todas las historias humanas, la narración de una descomposición.
  Lástima que apenas escribiera nada más. Sí una novela histórica ambientada en Roma. Si alguna vez la veo, cosa que dudo, la compraré.

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