Dice
el pobre Serrat que quienes le llaman fascista no saben lo que es el fascismo.
Los jóvenes encerrados en la universidad dicen que “votan para ser libres”.
Está claro que se puede vivir en universos paralelos. Muchas veces, nuestro
disgusto, nuestra preocupación, la volcamos aquí, en este sitio, o allí donde
creemos que podemos lanzar nuestro mensaje como si pudieran ser interpelados.
No es cierto. Nuestros lamentos se disuelven en la nada.
Pero da igual. Me lo digo a mí mismo. Quizá
no estuviera mal implantar un parque temático de un régimen totalitario, de
entrada barata, una dictadura virtual en el que vivir una semana, un mes. Para
que vieran que están utilizando un lenguaje que no corresponde. Dicen que vivimos
en un estado de excepción, un estado totalitario. ¿Cómo lo llamaremos si sucede
de verdad? ¿Sin bromas? No hace falta que Montesquieu se levante de su tumba
para ver que aquí se quiere liquidar el Contrato Social que tanto nos costó
conseguir. Quizá el domingo me siente por la mañana en el sofá y me quede
clavado en él hasta altas horas de la madrugada, igual que el 11S.
Cuando los historiadores estudien esta crisis
barajarán nombres y se harán un lío.
Trapote,
Trapero, López, López de los Cobos, Forn, Turull, Mas, Homs.
De
quién fue el primer muerto.
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