Sin
Noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza puede haberse alimentado –sobrealimentado-
de este clásico de la ilustración francesa. Las Cartas Persas es una obra que
bien podría ser considerada su ilustrísimo precedente. Escrito en la segunda
década del siglo XVIII, cuenta el viaje a Europa –sobre todo París- de tres
persas y de las cartas que se intercambian. Eso solo es la justificación para
realizar una crítica de la religión, de la política, de la sociedad y sus
costumbres, vistas con los ojos inocentes de extranjeros lejanos; en el siglo
XVIII tan lejanos como en el XX un extraterrestre. Qué sarcasmo e inteligencia;
qué maestría para detallar el pensamiento y los recovecos del alma humana, y
todo visto con la candidez de unos extraños. El libro critica a la sociedad de
su tiempo pero se podría aplicar, casi punto por punto, a la actual: “Este rey
–el de Francia- es un gran mago: ejerce su imperio sobre el espíritu mismo de
sus súbditos y los hace pensar como él quiere. Si no hay más que un millón de
escudos en su tesoro y necesita dos, no tiene más que persuadirlos de que un
escudo vale por dos, y le creen”. ¿No es maravillosa la manera de ver las
cosas?
Y este primer párrafo de la carta 48 de Usbek
a Rhedi, en Venecia, que bien podría aplicarse a todos los que de una u otra
manera, con más o menos acierto, gustamos de estas cosas del arte y las letras,
o al menos aplicable a los artistas que admiramos:
“Aquellos que gustan de instruirse nunca
están ociosos. Aunque no esté encargado de ningún asunto importante, estoy
continuamente ocupado. Paso mi vida examinando; escribo por la noche lo que he
anotado, lo que he visto, lo que he oído, durante el día. Todo me interesa,
todo me asombra. Soy como un niño cuyos órganos aún tiernos se impresionan
vivamente con los menores objetos”.
La lectura de esta maravillosa obra se la
debo a la conferencia que impartió hace unos meses Carmen Iglesias en la fundación
Juan March. Las Cartas Persas, la mirada del otro. ¡¡Qué mujer!! De estas no
salen en el Hola, por suerte.
Alguna pullita en nuestra contra: “Podréis
encontrar inteligencia y sentido común entre los españoles, pero no los
busquéis en sus libros. Ved una de sus bibliotecas; las novelas de un lado, la
escolástica del otro: diréis que las partes han sido decididas y el todo
reunido por un enemigo secreto de la razón humana.
El único de sus libros que es bueno es aquel
que muestra el ridículo de todos los demás”. El Quijote.
“Han hecho inmensos descubrimientos en el
nuevo mundo, y no conocen aun su propio continente: en sus ríos hay puentes que
no han sido descubiertos todavía, y en sus montañas naciones que les son
desconocidas”. Las Batuecas.
“Nada
atrae más a los extranjeros que la libertad, y la opulencia que siempre la
sigue; una se hace buscar por sí misma, y nuestras necesidades nos conducen a
los países donde se encuentran”.
“Creo en la
inmortalidad del alma por semestres; mis opiniones dependen absolutamente de la
constitución de mi cuerpo: según tenga más o menos espíritus animales, mi
estómago digiera bien o mal, el aire que respire sea sutil o espeso, que las
viandas de las que me alimento sean ligeras o pesadas, soy spinozista,
sociniano, católico, impío o devoto”.
Estupendo libro de lenguaje diáfano como la
luz de la mañana, divertido e ilustrativo. Un clásico al que se habrá de volver
una y otra vez. Leer de vez en cuando a los clásicos: por qué no. Al fin y al
cabo, han superado el filtro del paso de los años. “El gran error de los
gacetilleros es que solo hablan de los libros nuevos, como si la verdad fuera
siempre nueva. Me parece que hasta que un hombre no haya leído todos los libros
antiguos, no tiene razón para preferir los nuevos”. Sabio consejo que no sigo
por mucho.
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