Ayer a
las 7 de la tarde no conocía nada de PMJ, Postmodern Jukebox. No sabía nada de Scott
Bradlee, el líder e impulsor de esta podríamos decir… ¿banda? No. Postmodern
Jukebox es el nombre dado sobre todo a una idea. El concepto es elegir temas
modernos de mucho éxito, meterlos en una cubeta, echarles un elixir de
elegancia, simpatía, talento, espectáculo, envolverlo en una cápsula de tiempo
pasado, digamos los cincuenta, y hacer un producto actual y maravilloso al mismo tiempo. Un
absoluto acierto. De la canción original, del puñado de canciones, quedan
apenas los acordes y algo de su espíritu pero el resultado es otro, una
mariposa llena de colores, y está calando en la gente que se rinde a esos
arreglos. Hoy, veinticuatro horas después sé muchas cosas. Ya me suenan muchos
nombres de sus “componentes”. La primera es que Bradlee, el líder, no es
necesario que esté, de hecho ayer, en el concierto al que asistí, no estuvo. Fue
a las nueve de la noche en una de las salas más grandes de Madrid; But. Lleno
total. Los artistas, una bailarina de claqué, los músicos, los cantantes, van
cambiando dependiendo del país, de la sala, del tiempo. Anoche eran buenos de
verdad. Hay muchos, los he visto en youtube, y de seguro que han pasado un
casting durísimo. Las versiones pueden ser de Bowie, de Justin Bieber, el tema
del Titánic o de otra película, Adele, y un montón de etcéteras. Muchos temas
machacados por mis hijas, puestos cientos de veces en sus reproductores de
sonido pero que ahora me han gustado más.
Y todo esto ha sido posible porque un amigo de este blog no pudo ir, me las regaló, y yo he podido ir con mi hermano; otro gran amante de estas músicas. Tan contentos salimos, tan buenas eran las noticias –no sabíamos hasta la salida, que el Atleti había ganado- que alargamos la noche hasta muy entrada la madrugada (nos bailamos unas salsasitas con unas simpatiquísimas azafatas de American Airlines en La Negra Tomasa, música cubana en directo). Apenas tres horas de sueño, pero siempre merecerá la pena por una noche que recordaré toda la vida. Muchas gracias otra vez, Carlos. Si alguna vez pasan cerca de vosotros no os lo perdáis.
Aquí Sara Niemietz. Ella y el bajo, los
únicos que estuvieron ayer. Y creedme, los ojos de Sara en directo hace que uno
salga enamorado. La clave es enamorarse cada día; de algo, de alguien.
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