A vueltas con Paddy.
Dolores Payás, la autora
de este librito (¿Cuánto dura su lectura? lo que una visita algo más larga que una
de cortesía) es una guionista nacida en Barcelona y traductora de varios
libros, entre ellos la estupenda biografía de quien nos ocupa, de la que hablé
por aquí hace poco. En el año 2009 Dolores fue a visitar a Paddy en su casa de
Kardamili, en la costa de Grecia. De esa visita nació una amistad que habría de
durar solo un par de años más, hasta la muerte de él en el mes de junio de
2011. Nació una amistad y este reportaje encantador.
En el libro se habla un
poco del entorno geográfico de donde está plantada su casa. De lo que en un
principio costaba llegar a un lugar sin electricidad ni agua. Se habla de las
características de la casa, con sus ventanales, su gran mesa de mármol y sofás
y sillones alrededor de una chimenea, las estanterías llenas de libros y la
costumbre de infinidad de personajes empeñados en visitarle y pasarlo bien
cantando, charlando y bebiendo, porque Paddy bebió hasta el final de sus días. “Aquí
estamos, aquí estamos, ¿qué vamos a beber hoy, querida?”. Aunque era un
bebedor, aparte de vinos y gin tónics, de palabras: “Paddy se emborrachaba más
de palabras que de vino. Las palabras le intoxicaban…”.
Creo que uno de sus
éxitos en la vida, igual que Mandela, era tratar a todos por igual: tanto a un
Rey como a la chica que trabajaba en su casa. Elpida. Cuando terminaba de poner
la mesa se sentaba en la misma mesa y participaba como una más.
Paddy era el perfecto
anfitrión. Según Dolores, todo el mundo se sentía en su casa como el de uno
mismo. Todo estaba dispuesto para disfrutar en todas las horas del día. Hasta
los ochenta y tantos iba a nadar todos los días; por no hablar de las caminatas.
Paddy, -cuánto me
hubiera gustado conocerle- murió el 10 de junio de 2011 en su casa de
Inglaterra. Sólo después de un cáncer en la garganta que le impedía ya hablar y
ya casi ciego, se dejó morir.
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