Cuando yo era un niño de siete u ocho años,
a finales de los sesenta, mi padre estaba muy contento. Le habían ascendido en
la empresa, echaba muchas horas extras y era de los pocos en el vecindario que
tenía televisión en color y un Seat 850 pagado con letras que se iban
coleccionando en carpetas de anillas. Los barrios obreros se hacían a toda
velocidad sin que apenas se ocupara nadie de urbanizarlos. Esto era una suerte
para los chavales como yo porque había infinidad de escondrijos donde perderse
y vivir aventuras. En el parque que había cerca de casa, a medio hacer,
apareció un socavón en forma de volcán invertido del que salía agua y barro sin parar.
Algún niño, incluido mi hermano, acabó cayendo al agua.
Un día encontré tirados por el suelo, cerca
del metro, infinidad de octavillas con algo que entonces no entendía: era
propaganda de algún sindicato, UGT o CNT. Lo llevé a mi casa porque entonces no
había abundancia de papel y ya imaginaba la cantidad de dibujos que se podrían
hacer en los reversos. Pero mi padre, cuando vio aquello, se quedó blanco. Me
regañó y me dijo que jamás volviera a hacer eso. Se fue a la terraza y en una
lata de aceite fue quemando todos y cada uno de aquellos papeles. Entonces tuve
miedo porque a mi padre le noté que también lo tenía. Así era la España de
entonces, la España de Franco.
Un mes exacto me ha llevado leer la inmensa
biografía de Preston. Y se ha acabado de improviso porque de las mil y pico
páginas que tiene, la narración propiamente dicha acaba en la ochocientas
cincuenta. El resto son notas, una bibliografía extensísima, una breve
cronografía y un índice alfabético.
Comienza el libro detallando a su familia;
sus abuelos, sus padres, hermanos, etc. Fue un niño algo enclenque que nunca
llegó a destacar en nada. Sí parece ser que la relación con su padre nunca fue
del todo cariñosa. De hecho no fue al cortejo fúnebre cuando murió muchos años
después, siendo jefe ya de todo, ni dejó que asistiera la amante del padre.
La fama de héroe se gestó en Marruecos. Después
de la pérdida de las colonias había que colocar a cientos y cientos de jefes y
oficiales, y en África el sueldo era más sustancioso y se ascendía con más
rapidez.
Luego le pasó eso que en la historia suele llamarse
como Baraka o suerte o potra: recibió heridas que a otros le costaron la vida
pero él se salvó. Y por accidentes o suerte o maniobras sibilinas se le fueron
apartando los posibles competidores hasta establecerse como el dueño absoluto
de esa tierra quemada llamada España. La guerra civil. ¿Cuál fue la chispa que
incendió todo? Es verdad que aquello podría
parecerse a una bombona de gas que fuera calentada desde dentro y desde fuera
alcanzando una presión imposible. Pero “La tarde del 12 de julio, pistoleros
falangistas habían disparado y asesinado a un oficial de izquierdas
perteneciente a los Guardias de Asalto republicanos, el teniente José del
Castillo… Los enfurecidos camaradas de
Castillo respondieron con una represalia irresponsable. A primeras horas del
día siguiente, se propusieron vengar su muerte asesinando a un distinguido
político de derechas. Al no encontrar a Gil Robles mataron a Calvo Sotelo”. Y
así hasta un millón de muertos más.
En la gran guerra se unió decididamente a
favor del Eje. Éste se vino abajo pero ya entonces se habían hecho guiños a los
ingleses y americanos. Siendo como era el impulsor del freno comunista, Franco
les vino muy bien para sus intereses.
Y luego vendría el largo camino de grisura en
el que consistió su gobierno. Su despiadada crueldad con los vencidos, su saber
atajar cualquier desbandada, sus inapelables decisiones. No dudó en matar a
media España si con ello conseguía alcanzar sus objetivos.
Y su muerte. ¡Qué difícil es morirse! Se quejaba
al final de sus días. El veinte de noviembre de 1975 nos levantamos para
desayunar e irnos al colegio pero para gran alegría de los hermanos y mía nos
quedamos viendo la televisión. Vimos las lágrimas de Arias Navarro dando la
noticia. Las largas colas para ver su cuerpo. A mi padre se le saltó alguna
lágrima viendo el telediario de la noche. La gente tenía miedo porque no sabía
qué podía pasar.
Pero luego, con grandes dificultades,
alcanzamos la democracia. Casi cuarenta años de dictadura.
En definitiva, una lectura interesantísima,
amena, muy bien escrita y documentada. Una obra de referencia como dicen varios
de los mejores historiadores. Y todo ello, como se muestra en la fotografía de
esta entrada, al precio de cinco euros con noventa y cinco céntimos. ¿Alguien
da más?
3 comentarios:
Martes del diez, Diciembre 2013
-Soledades Cruciales-
Mientras el tiempo trancurre
ante nosotros con ansiedad,
una mirada furtiva
cubrira -nuestros credos,
cautivara este trance
con severa, perversa agonia
al no acontecer, a sentir
un hogar familiar
o un Amor Navidenio,
ante esta Soledad
que se desliza
entre el ensuenio
y el consuelo de unos brazos
que nos aprieten,
que no nos dejen marchar,
que recojan los residuos
que hemos dejado atras,
ese "peso que no nos da -paso
a estrechar "otros lazos,
a ese extranio deshauciado,
a esos hijos que hemos derrumbado
que no se levantan si no nos
alzamos con ellos,
a esa reliquia que es
como una bandera que se altera
igual a una Estrella Fugaz...
Ysa,
P.s.: Si quieres que sea el precio mejor entonces cambia la tapa del Caudillo que no se identifique a "la estampa de un sello de menos de cinco pesetas tan repetitivo... Comprendes??
Feliz Semana!!
Franco como personaje de saldo en El Corte Inglés tiene por fuerza que tener un lado metafórico por algún sitio. Me pregunto si tan siniestro personaje no será ya para los más jóvenes un tiranuelo de rebajas, y me preguntó también por qué en todos los dictadores hay un componente ridículo, cuando no es una voz atiplada es un bigotito o un bigotazo, un labio inferior muy hinchado o la barba del profesor Bacterio o algo que enfrente comicidad con horror, burla con miedo… En cualquier caso, sospecho que este libro de Preston tiene mucho más valor histórico que el reciente de Pilar Eyre.
Gracias Ysa.
Así es Juan. El de Pilar Eyre me da que es una revista de cotilleos con la forma de libro. Gracias.
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