domingo, 8 de diciembre de 2013

PAUL PRESTON. FRANCO, Caudillo de España.





    Cuando yo era un niño de siete u ocho años, a finales de los sesenta, mi padre estaba muy contento. Le habían ascendido en la empresa, echaba muchas horas extras y era de los pocos en el vecindario que tenía televisión en color y un Seat 850 pagado con letras que se iban coleccionando en carpetas de anillas. Los barrios obreros se hacían a toda velocidad sin que apenas se ocupara nadie de urbanizarlos. Esto era una suerte para los chavales como yo porque había infinidad de escondrijos donde perderse y vivir aventuras. En el parque que había cerca de casa, a medio hacer, apareció un socavón en forma de volcán invertido del que salía agua y barro sin parar. Algún niño, incluido mi hermano, acabó cayendo al agua.

  Un día encontré tirados por el suelo, cerca del metro, infinidad de octavillas con algo que entonces no entendía: era propaganda de algún sindicato, UGT o CNT. Lo llevé a mi casa porque entonces no había abundancia de papel y ya imaginaba la cantidad de dibujos que se podrían hacer en los reversos. Pero mi padre, cuando vio aquello, se quedó blanco. Me regañó y me dijo que jamás volviera a hacer eso. Se fue a la terraza y en una lata de aceite fue quemando todos y cada uno de aquellos papeles. Entonces tuve miedo porque a mi padre le noté que también lo tenía. Así era la España de entonces, la España de Franco.

  Un mes exacto me ha llevado leer la inmensa biografía de Preston. Y se ha acabado de improviso porque de las mil y pico páginas que tiene, la narración propiamente dicha acaba en la ochocientas cincuenta. El resto son notas, una bibliografía extensísima, una breve cronografía y un índice alfabético.

  Comienza el libro detallando a su familia; sus abuelos, sus padres, hermanos, etc. Fue un niño algo enclenque que nunca llegó a destacar en nada. Sí parece ser que la relación con su padre nunca fue del todo cariñosa. De hecho no fue al cortejo fúnebre cuando murió muchos años después, siendo jefe ya de todo, ni dejó que asistiera la amante del padre.

  La fama de héroe se gestó en Marruecos. Después de la pérdida de las colonias había que colocar a cientos y cientos de jefes y oficiales, y en África el sueldo era más sustancioso y se ascendía con más rapidez.

  Luego le pasó eso que en la historia suele llamarse como Baraka o suerte o potra: recibió heridas que a otros le costaron la vida pero él se salvó. Y por accidentes o suerte o maniobras sibilinas se le fueron apartando los posibles competidores hasta establecerse como el dueño absoluto de esa tierra quemada llamada España. La guerra civil. ¿Cuál fue la chispa que incendió todo? Es verdad que aquello  podría parecerse a una bombona de gas que fuera calentada desde dentro y desde fuera alcanzando una presión imposible. Pero “La tarde del 12 de julio, pistoleros falangistas habían disparado y asesinado a un oficial de izquierdas perteneciente a los Guardias de Asalto republicanos, el teniente José del Castillo…  Los enfurecidos camaradas de Castillo respondieron con una represalia irresponsable. A primeras horas del día siguiente, se propusieron vengar su muerte asesinando a un distinguido político de derechas. Al no encontrar a Gil Robles mataron a Calvo Sotelo”. Y así hasta un millón de muertos más.

  En la gran guerra se unió decididamente a favor del Eje. Éste se vino abajo pero ya entonces se habían hecho guiños a los ingleses y americanos. Siendo como era el impulsor del freno comunista, Franco les vino muy bien para sus intereses.

  Y luego vendría el largo camino de grisura en el que consistió su gobierno. Su despiadada crueldad con los vencidos, su saber atajar cualquier desbandada, sus inapelables decisiones. No dudó en matar a media España si con ello conseguía alcanzar sus objetivos.

  Y su muerte. ¡Qué difícil es morirse! Se quejaba al final de sus días. El veinte de noviembre de 1975 nos levantamos para desayunar e irnos al colegio pero para gran alegría de los hermanos y mía nos quedamos viendo la televisión. Vimos las lágrimas de Arias Navarro dando la noticia. Las largas colas para ver su cuerpo. A mi padre se le saltó alguna lágrima viendo el telediario de la noche. La gente tenía miedo porque no sabía qué podía pasar.

  Pero luego, con grandes dificultades, alcanzamos la democracia. Casi cuarenta años de dictadura.

  En definitiva, una lectura interesantísima, amena, muy bien escrita y documentada. Una obra de referencia como dicen varios de los mejores historiadores. Y todo ello, como se muestra en la fotografía de esta entrada, al precio de cinco euros con noventa y cinco céntimos. ¿Alguien da más?

 

3 comentarios:

Anónimo dijo...



Martes del diez, Diciembre 2013

-Soledades Cruciales-

Mientras el tiempo trancurre
ante nosotros con ansiedad,
una mirada furtiva
cubrira -nuestros credos,
cautivara este trance
con severa, perversa agonia
al no acontecer, a sentir
un hogar familiar
o un Amor Navidenio,
ante esta Soledad
que se desliza
entre el ensuenio
y el consuelo de unos brazos
que nos aprieten,
que no nos dejen marchar,
que recojan los residuos
que hemos dejado atras,
ese "peso que no nos da -paso
a estrechar "otros lazos,
a ese extranio deshauciado,
a esos hijos que hemos derrumbado
que no se levantan si no nos
alzamos con ellos,
a esa reliquia que es
como una bandera que se altera
igual a una Estrella Fugaz...


Ysa,


P.s.: Si quieres que sea el precio mejor entonces cambia la tapa del Caudillo que no se identifique a "la estampa de un sello de menos de cinco pesetas tan repetitivo... Comprendes??

Feliz Semana!!

Juan Herrezuelo dijo...

Franco como personaje de saldo en El Corte Inglés tiene por fuerza que tener un lado metafórico por algún sitio. Me pregunto si tan siniestro personaje no será ya para los más jóvenes un tiranuelo de rebajas, y me preguntó también por qué en todos los dictadores hay un componente ridículo, cuando no es una voz atiplada es un bigotito o un bigotazo, un labio inferior muy hinchado o la barba del profesor Bacterio o algo que enfrente comicidad con horror, burla con miedo… En cualquier caso, sospecho que este libro de Preston tiene mucho más valor histórico que el reciente de Pilar Eyre.

Hermi dijo...

Gracias Ysa.
Así es Juan. El de Pilar Eyre me da que es una revista de cotilleos con la forma de libro. Gracias.