Primera novela de Jesús Carrasco. Nació este
escritor pacense en 1972. Estudió varias cosas pero al final decidió dedicarse
por entero a la literatura. Eso es lo que le recomendaba alguien a Vargas Llosa
pero hay que reconocer que es un paso difícil de dar. La apuesta le ha
salido de maravilla: en su primera publicación ha arrasado: muchos miles de
ejemplares vendidos, innumerables traducciones, etc. Y es que la novela tiene
unas cuantas virtudes y muy pocos defectos. Me ha recordado a lo mejor de
Cormac McCarthy: The Road, Meridiano de Sangre, Hijo de Dios…, a algunas cosas
de Coetzee, también a la atmósfera rural que emanan de las de Miguel Delibes.
La novela tiene esa capacidad que solo
algunas poseen de hacer ver al lector, sin casi definirlo, el paisaje, el color
y el olor donde discurren las escenas. Escenas en una gran parte brutales pero
contadas siempre con gran economía de salvajadas extremas. Y creo que es porque ha
sabido elegir el camino de lo sutil frente a lo anecdótico y perverso. Es
horroroso lo que imaginamos pero prefiere no contarlo, sólo eso, hacérnoslo
imaginar.
En la economía de la narración puede
introducirse todo: No sabemos el nombre de los pocos personajes. No sabemos
dónde discurre, en qué pueblo o aldea. Qué será de los que no mueren.
En definitiva una muy buena novela en la
que ya solo nos preguntamos, sus rendidos lectores, si la próxima estará a
altura de esta.
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