Hace ya más de una década que leí Vigilia del Almirante. Recordaba el
libro como un conjunto de capítulos dedicados al marino Cristóbal Colón. Capítulos
cristalinos y poéticos donde se sucedían diversos episodios y particularidades
del famoso viaje.
Éste otro, Yo el Supremo, no tiene nada que ver. Es un libro denso,
caótico al principio, difícil en su estructura pero al que había que dedicar un
esfuerzo por su prestigio dentro de la historia de la literatura hispanoamericana.
Es, como dice Ignacio Padilla en el prólogo, un collage, un catálogo de formas
y tiempos que tiene el idioma castellano para poder contar una historia llena
de matices y sorpresas. Al final la cuesta merece la pena. El lector, al
principio un poco asustado, va poco a poco entrando en la calidad de lo que se
nos está diciendo.
El libro cuenta la historia en primera persona del que fuera dictador
del Paraguay durante casi tres décadas a principios del siglo XIX: José Gaspar Rodríguez de Francia. Y comienza
con un pasquín burlón sobre su propia muerte y sigue con infinidad de recursos
literarios como cartas, confesiones o monólogos.
Ha habido en la literatura hispanoamericana una tradición en cuanto al
retrato de los diversos dictadores que han poblado sus pobres tierras. Quizá,
como dice también Padilla, se cerró con un brillante colofón en la novela de
Vargas Llosa, La Fiesta del Chivo. Una maravilla que prácticamente vale por sí
sola un premio Nobel.
He subrayado bastantes párrafos porque me han parecido divertidos. Pag.
133 en la que hace una disquisición del por qué los pájaros no enferman. “La
primera razón es porque los animales viven en medio de la naturaleza, que no sabe
de piedad ni de compasión, fuente de todos los males… La segunda porque no
escriben… Y lo tercero porque hacen sus necesidades en el momento de la
necesidad”. En ese momento le cayó a su interlocutor un “humeante solideo” que
le subrayaba la teoría.
En la pg. 309 se diserta sobre “las flatulencias intestinales”. Y cuenta el caso de un hombre que
mantenía una voluntad absoluta sobre su trasero –“el más rebelde de nuestros
órganos”- y hacía música deleitosa.
O la causa de los males que trae la sobreabundancia en los países. Pag.
324. “Todo exceso de bienes degenera fatalmente en males, según lo acredita la experiencia”.
“…La perfecta relación de un pueblo con sus medios”.
En fin, una novela de las que llamo como puertos de categoría especial, pero en la que se llega a una cumbre llena de paisajes sublimes.
1 comentario:
Septiembre del Venti-Cinco XX(iii)
Mi Madre, probablemente se olvido... Uno en cada Tres Puertos... Que habra Querido "decir?...
Interesante que te intereses "Por TRES ojos que VEN...
Ahora tengo otro de mis favoritos autores de NortAmerica, seguramente el mejor para Escribir sobre Aventuras como TOM SAWYER y Huckberry FINN... es de los Creo, Sesenta y se define como el "correcto nombre de Mark Twain
(Samuel Langhorne Clemens (November 30, 1835 – April 21, 1910),[1] better known by his pen name Mark Twain, was an American author and humorist. He wrote The Adventures of Tom Sawyer (1876) and its sequel, Adventures of Huckleberry Finn (1885),[2] the latter often called "the Great American Novel."
Twain grew up in Hannibal, Missouri, which provided the setting for Huckleberry Finn and Tom Sawyer. After an apprenticeship with a printer, he worked as a typesetter and contributed articles to his older brother Orion's newspaper. He later became a riverboat pilot on the Mississippi River before heading west to join Orion in Nevada. He referred humorously to his singular lack of success at mining, turning to journalism for the Virginia City Territorial Enterprise.[3] In 1865, his humorous story, "The Celebrated Jumping Frog of Calaveras County" was published, based on a story he heard at Angels Hotel in Angels Camp California where he had spent some time as a miner. The short story brought international attention, even being translated to classic Greek.[4] His wit and satire, in prose and in speech, earned praise from critics and peers, and he was a friend to presidents, artists, industrialists, and European royalty.
Though Twain earned a great deal of money from his writings and lectures, he invested in ventures that lost a great deal of money, notably the Paige Compositor, which failed because of its complexity and imprecision. In the wake of these financial setbacks he filed for protection from his creditors via bankruptcy, and with the help of Henry Huttleston Rogers eventually overcame his financial troubles. Twain chose to pay all his pre-bankruptcy creditors in full, though he had no responsibility to do this under the law.
Twain was born shortly after a visit by Halley's Comet, and he predicted that he would "go out with it," too. He died the day following the comet's subsequent return. He was lauded as the "greatest American humorist of his age,"[5] and William Faulkner called Twain "the father of American literature.)
Tambien dice que el copyright es de una de sus hijas, Clara, la que va con el apellido de su primer esposo...
Ya me diras si te interesa...
Feliz OTONIO!!
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