martes, 3 de septiembre de 2013

DIARIO DE MOJACAR 4


 06 de agosto.  Playa de los muertos.
Pasado Carboneras y después de una carretera sinuosa en la que puede verse, en ocasiones, la costa muy abajo, llegamos a un aparcamiento donde coches esperan el turno para entrar en un aparcamiento al aire libre y donde el ayuntamiento cobra cuatro euros por aparcar. Sacamos todo el equipaje necesario para pasar unas horas en la playa: neveras, sombrillas y un largo etcétera. La playa, natural y de difícil acceso, está a veinte minutos caminando por una senda llena de rocas. ¿Cómo pudo llegar el hombre blanco al nacimiento del Nilo con aquellos bártulos? Creo que la respuesta está en que no había mujeres, o al menos no eran como Mary Kingsley, y no había niños (y tenían porteadores). El reguero de gente es continuo y al llegar vemos que la anchura entre dos enormes entrantes del mar, la playa, es de unos quinientos metros y está a rebosar. Para establecernos no tenemos más remedio que molestar a los que, como nosotros, han ido a estar solos en una playa exclusiva. Hay tantas piedras y tan bonitas que me llevaría un buen montón pero no podría transportar ni un gramo más a la vuelta sabiendo que encima es cuesta arriba.
  Al principio nos acompaña el mal humor pero para eso hemos llevado las neveras. Sacamos un estupendo vino blanco, unas patatas y unos nachetes y pronto, después de los brindis, reímos como niños; más que ellos. En ocasiones es necesario echar un buen trago.

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