Recuerdo
perfectamente la primera vez que vi este libro en las librerías. Su precio, 36
euros, me echó para atrás. Me apetecía porque había leído algunas cosas relacionadas
con él en los periódicos, había visto la estupenda película de Fernando Colomo
y leído Al Sur de Granada. Había donado su cuerpo a la ciencia y había
permanecido durante catorce años en la facultad de medicina de Málaga hasta el
año 2001, se hicieron al respecto varios reportajes en periódicos y revistas. Sin embargo, de manera increíble, lo vi en la última feria del libro
antiguo y de ocasión por menos de la mitad del precio. El libro es el prototipo
de lo que es un libro de biografía anglosajona: se pretende contarlo todo con
rigor y amenidad. Está muy bien escrito a pesar de que a veces, en un mismo
párrafo, se hable de las siguientes cosas: de comprar una bicicleta, de un
accidente con la misma, del ejército de Hitler, de que nevaba, del correo, de
donar sangre, de la gata, de que la mató un perro. Pero es de todas formas una lectura adictiva
para alguien al que le guste el mundo de los libros, el de los viajes o el del
mundo interior, el Castillo, las mujeres de su vida, la historia de España que
hubo de vivir. Está basado, aparte de en
su obra autobiográfica, en los diarios y en las cartas que a lo largo de su
vida mantuvo con numerosas personalidades de la cultura.
Murió muy anciano
aunque alguna vez sopesó la idea del suicidio: llevaba siempre a mano una
píldora de cianuro como las que llevaban los nazis para ingerirlas en caso de
ser detenidos. Solo se me ocurre un par de cosas por las que se aferró a la
vida hasta el final: el amor y los libros. Sólo cuando se dio cuenta que le
fallaban esos pilares, solo y medio ciego, se dejó morir.
Es de las mejores
biografías que he leído y me ha dado un hambre tremenda para leer su “Memoria
Personal” y “Una vida propia”. También, por qué no, El Laberinto español.
Una cosa de la que me he acordado ahora y que transcribo es la desolación que me produjo leer que para Gerald su vida le había parecido desaprovechada. Un hombre que ha amado a mujeres hermosas, que ha viajado a un sin fin de países, que ha escrito libros postreros.
Una cosa de la que me he acordado ahora y que transcribo es la desolación que me produjo leer que para Gerald su vida le había parecido desaprovechada. Un hombre que ha amado a mujeres hermosas, que ha viajado a un sin fin de países, que ha escrito libros postreros.
3 comentarios:
Este me interesa.
Un abrazo Hermi
A pesar de su tamaño lo he leído con sumo placer. Es de esos libros en el que el paso de las páginas se vive con verdadera pena. Uno se enamora del personaje y siente las alegrías y las penas de su vida.
Un abrazo.
Cierto todo lo que dices, gran libro cuya lectura te engancha hasta el punto de ir viendo con pánico que el libro puede terminarse
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