Mi querido autor de
libros de viajes, Don Javier Martínez Reverte, ha emprendido nuevamente la
ardua tarea de escribir otra novela. En esta ocasión la biografía novelada del
general republicano y comunista Juan Modesto, aunque su verdadero nombre fue
Juan Guilloto León. Ya dije en una ocasión que para mí la novela no es su
fuerte. Ésta, podría ser, como diría el otro, otra maldita novela sobre la
guerra civil. A los lectores nos ha quedado claro que Modesto era un hombre
valiente, apuesto y seductor. Tenía la cabeza grande cubierta de un abundante
pelo negro. Hizo lo que pudo para ganar la guerra pero hacía falta más que
voluntad para hacerlo. A los países involucrados no les apetecía, como
creyeron, que España se convirtiera en una nación de la órbita de Rusia por muy
democrática que se creyera la República. Y faltaron los aviones, los barcos,
los carros de combate o las municiones. También les faltó unidad. En la guerra
hay que tener objetivos claros y simples y mantener la voluntad de conseguirlos
a toda costa, con rigor y disciplina, cueste lo que cueste. En el frente
popular se llamaban unos a otros, independientemente del rango militar, de
camaradas o de tú. Y se empieza así y se termina perdiendo la guerra.
A pesar de sus
seiscientas y pico páginas he tardado pocos días en leerla. Se lee bien pero no
he dejado de sentir que la novela tenía algo de tebeo. Demasiadas escenas
peliculeras para tomarlas en serio. Me han gustado mucho más, hablando de
guerra civil, los libros que ha escrito su hermano Jorge sobre la Batalla del
Ebro o la de Madrid. Que nadie busque en este libro, ya lo dice el propio autor
en el epílogo, mucho rigor histórico.
No obstante, la
historia de este personaje permanecerá en mi memoria por otro hecho concreto:
mientras lo leía he vuelto a ver la estupenda serie española de los noventa: La
Forja de un Rebelde, de Arturo Barea. Basado en un libro, éste sí, grandioso
sobre la guerra civil. Y aún más, sobre sus antecedentes y consecuencias.
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