jueves, 30 de mayo de 2013

CARLO LEVI. y zoé valdés.


  En las Columnas de Hércules de la penúltima entrada, el autor, recorriendo ya el tobillo de la bota de Italia, se detenía en un libro para él muy querido y para mí prácticamente desconocido: Cristo se detuvo en Éboli, de Carlo Levi. Se debe dicho título a que lo desterraron a un lugar tan aislado que hasta los mismos habitantes decían eso, que Cristo no había llegado hasta allí. Carlo Levi fue desterrado entre el año 35 y el 36 a dos pueblos del sur de Italia por el gobierno fascista de entonces. Carlo Levi era médico aunque no ejercía la profesión y se consideraba sobre todo un pintor, aunque también amaba la literatura y le gustaba escribir. Los habitantes de los pueblos con los que hubo de convivir eran analfabetos y supersticiosos mucho más que los ya de por sí italianos de entonces “para los campesinos, el Estado resultaba más lejano que el cielo y era más malvado, porque siempre estaba al otro lado”.

  A pesar de todo Carlo se adaptó bien a su nueva circunstancia y consiguió llevarse bien con todos ellos, especialmente con los niños a los que dejaba entrar en su casa y a dejarles acompañar a sus paseos para pintar paisajes. También pintó el rostro de muchos de ellos, pinturas que aún se encuentran en algunos muesos de la zona. “Había muchísimos, de todas las edades, y solían llamar a mi puerta a cualquier hora del día, les había impresionado mi pintura y no acababan de asombrarse de las imágenes que aparecían, como por encanto en la tela y que eran precisamente las casas, las colinas y los rostros de los campesinos”. Era una vida dura y sobrevivió a todo ello con inteligencia y bondad, “La vida no podía ser, en relación con la suerte, otra cosa que paciencia y silencio. ¿De qué servían las palabras? ¿Y qué se podía hacer? Nada”.

  El libro es interesante por cómo está escrito; muy bien escrito. Y es, a pesar de todo, tierno con el ser humano.  Para mí inolvidable.

  En cambio, el otro día me regalaron un libro. La mujer que llora, de Zoé Valdés. No quiero que me regalen libros pero entiendo que es de las cosas más socorridas. Uno va a una librería, normalmente una de grandes almacenes, pide que le recomienden un libro de actualidad y le colocan uno de moda o recién parido. No gastaré ni un gramo más de tinta. Esto es lo que he anotado en la base de datos de mis libros: Prescindible, presuntuosa, mala, premio Azorín 2013.

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