lunes, 17 de junio de 2013

EN BUSCA DEL DOCTOR LIVINGSTON. HENRY STANLEY.


  Luego se dice que el mundo es siempre el mismo. En la época en la que el periodista Stanley salió en busca del Dr. Livingston, 1869, matar un elefante era una proeza alabada por todo el mundo. Ahora ni siquiera el rey se lo puede permitir. O para ser más exactos: se lo puede permitir pero luego ha de pedir perdón.
  Desde la perspectiva actual es muy extraño el comportamiento y las ideas que profesaba este hombre. Consideraba la raza blanca como muy superior al resto. Detestaba a los negros a los que calificaba de salvajes incorregibles aunque después de pasar varios meses reconociera la belleza de algunas mujeres y la valía e inteligencia de muchos hombres negros.
  El libro se lee muy bien en un estilo, como no podía ser de otra manera, periodístico, aunque en ocasiones utilice la forma del diario. Las descripciones de los paisajes por los que pasaba la interminable caravana son sublimes y no es de extrañar que haya inspirado y estimulado a los escritores modernos de viajes.
  Henry Stanley tardó bastantes meses en encontrar al Dr. Livingston en la aldea de Ujiji, en la orilla del lago Tanganika. Lo encontró gravemente enfermo y desposeído de todas las pertenencias pues se las habían robado quienes debían guardarlas. Con la ayuda del periodista se recuperó pronto y juntos exploraron el norte del lago. Puso a su disposición todo cuanto llevaba. Los últimos capítulos son un panegírico encendido de las virtudes humanas del Dr. Llegó a admirarlo profundamente. “Bajo su aspecto exterior oculta un espíritu vigoroso y una vivacidad notable; a pesar de su apariencia fatigada y enfermiza, su alma rebosa juventud; su verbo es infatigable, su memoria asombrosa, y nunca faltan anécdotas, historias y cuentos para distraer a sus oyentes. Lo he oído además recitar poemas enteros de Byron, de Burns, de Tennyson y otros autores; y esto después de tantos años pasados en África, donde no tenía libros”.
  Hay que ser un hombre muy seguro de sí mismo. Hay que tener talento para emprender misiones tan descomunales como esas. Mucha determinación. Hay que tener habilidad para tratar con toda clase de especímenes humanos.
  No cabe duda que estos dos hombres tenían todos estos pilares y muchos más.

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