miércoles, 3 de octubre de 2012

VERANO DEL DOCE

    He reflexionado estos días en qué es lo que lleva a los grupos humanos al enfrentamiento. En España hemos tenido una época de gran prosperidad. Nunca en la historia habíamos tenido tanta paz seguida. No ha habido grandes cataclismos naturales, hemos recibido generosos fondos europeos, hemos construido como cien mil hormigueros juntos. Mucha gente era próspera y mucha gente de todo el mundo venía a buscarse aquí la vida. Y sin embargo estamos otra vez en la antesala de un grave conflicto. Creo que no hemos descubierto todavía la forma de convivencia medianamente perfecta. La riqueza y el poder siempre tienden a concentrarse. Es mentira eso de la democracia y eso de la soberanía del pueblo. Llega un momento en que a los poderosos, enfrascados en sus luchas ruines, les importa un comino cómo viven los gobernados. Entonces aparecen las revoluciones, la gente sufre y muere y todo vuelve a empezar. Cambiarlo todo para que todo siga igual, como se decía en el Gatopardo. ¿Dónde se halla el gobierno perfecto? Si nos imponemos un régimen duro que evite la corrupción y el despilfarro nos seguimos convirtiendo en monstruos. Ya se ha intentado con resultados catastróficos. Las herramientas encargadas de las supervisiones, cada vez más y cada vez más controladas por el mismo poder, no han servido para nada. ¿Estamos condenados a que apenas una generación pueda vivir en paz?
  El veinticinco de septiembre empezaron las manifestaciones que quizá nos lleven a otra realidad, a otra forma de relacionarnos. No sé si será mejor o peor pero lo que está claro es que ésta actual, no funciona.
  Se ha acabado el verano. Lo recordaré el resto de mi vida. No siempre se cumplen cincuenta años. He asistido a grandes conciertos. He viajado a sitios bonitos con amigos, con la familia. Nunca olvidaré los acantilados salvajes de las Islas Cíes, los pueblecitos encantadores de la Extremadura profunda, los apacibles días en la costa murciana.
  He leído buenos libros. El que estoy leyendo ahora, extraordinario: El hombre que amaba a los perros. A veces uno abre un libro y sabe que se convertirá enseguida en una referencia. Historias de hombres reales, que recorren un camino lleno de dificultades para encontrarse, para finalmente, matarse. Trotski y Ramón Mercader.


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