viernes, 26 de febrero de 2010

26/02/2010

Un cura se ha gastado el cepillo de su parroquia y se quería cepillar a gente por ahí, cobrando, anunciándose en la prensa. Un político perteneciente a una comisión de seguridad vial que es pillado ebrio. Una religiosa, de alto rango, que es pillada igualmente bebida. Todos ellos y tantos otros son personas que se han dedicado a dar consejos a los demás pero sin dar ejemplo. Es como el cura del “San Manuel bueno y mártir” de Unamuno, que hacen creer a los demás por su bien. Por el bien del pueblo que está, piensan, muy por debajo de ellos.

Comienzo a leer Años de Guerra de Vasili Grossman. Se nota que no es su formidable Vida y Destino porque se aprecia demasiado la escritura al servicio de la propaganda. No obstante siguen apareciendo, de vez en cuando, buenos párrafos llenos de emoción. Casi voy por la mitad y estoy desando acabarlo para empezar con uno de los varios que he adquirido recientemente: Tumbas de poetas y pensadores de Nooteboom, Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre, o La Muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes o quizá me decida por fin a leer Cómo ser buenos de Nick Hornby.

Este invierno debería tener nombre de mujer fatal.

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