Me compré hace unos meses otro libro de Jünger: El trabajador. Usado, subrayado y anotado quién sabe por quién. En una nota de la última página dice su antiguo dueño que está pasando por una mala racha y que no va a poder –ni quiere- reconciliarse con su familia. No me extraña, lo del bajón anímico, después de enfrentarse a tamaña lectura.
El libro es denso como la madre que lo parió. No es que haya que estar atento; es que no puedes parpadear porque pierdes el sentido debido al estruje cerebral que somete a sus lectores el gran Jünger. Y mira que lo advirtió hace tiempo mi querido Jose Antonio Montano en su blog El Aprendiz del Sol. Este título lo recomendó en último lugar. Pero se lo perdono todo, a Jünger. Me hizo sentir feliz durante cientos de horas leyendo sus diarios.
A la vez leo las Memorias de mi Vida de Edward Gibbon. Narrativa realista pero llena de humor e inteligencia. Elegante, distinguido; un verdadero caballero inglés. Erudito. Autor de “Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano”. Una delicia.
En el transporte público me siento de otro planeta: Yo no leo “Los hombres que no amaban a las mujeres”.
4 comentarios:
Leer cualquier comentario tuyo continua siendo para mi algo peligroso.
Me contagias con tus lecturas
Un abrazo
No me hagas mucho caso Madison. Al final las memorias de Gibbon no han sido lo placenteras que parecían al principio. Eso sí, los diarios de Jünger siempre los recomendaré.
Un abrazo.
Te refieres a sus libros Pasados los setenta?
Los tengo y a veces ejerzo su relectura, pero no de forma literal,no. Abro el libro y la página que cae es la que leo,
maravillosa y envidiable vitalidad la de este hombre.
PD. no se de que planeta te sientes, en el mío, de momento tampoco existe la tan aclamada y exitosa trilogía.
Un saludo Hermi
Sí, me refiero a sus diarios. Son seis tomos repartidos entre Radiaciones y Pasados los setenta. y por supuesto: Tempestades de acero.
Un saludo.
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