sábado, 28 de febrero de 2009


Manuel Acuña era un poeta mejicano estudiante de medicina. Vivió allá por la mitad del siglo XIX. En 1871 se publica El Pasado, título que sonará a más de uno y obtiene un notable éxito.
Estuvo enamorado de una tal Rosario de la Peña, y algo debía tener la buena mujer pues tenía enamorados a varios poetas y escritores. Se juntaban todos en tertulias interminables hablando de poesía, filosofía, bibliografía, etc.
En 1873 consumido por ese amor no correspondido con Rosario, toma potasio de cianuro y se quita la vida. Hay una pequeña estrofa de una de sus poesías que anticipa su triste final; dicen que de sus ojos brotaban lágrimas: (como deben de llorar en la última hora los inmóviles párpados de un muerto).
En su ciudad natal le erigieron una escultura; eso, y algunos libros es lo que dejó para la posteridad a sus veinticuatro años.

2 comentarios:

ángel dijo...

Me sorprende que escribas mejicano, y no mexicano. Es algo así como ponerle H a español. O quitarle la eñe.

Hermi dijo...

Hola Ángel. En España no encontrarás a mucha gente que diga México, o mexicano. Aquí se emplea mucho más Méjico, mejicano.
Debe ser por la misma razón que no decimos londoner sino londinese. Ni decimos: me voy el fin de semana a London.
Un saludo.