sábado, 29 de noviembre de 2025

Las novelas de Torquemada. TORQUEMADA EN EL PURGATORIO. TORQUEMADA Y SAN PEDRO.



 

En la tercera novela de Torquemada se cuenta el ascenso social, político y económico del usurero reconvertido en el Marqués de Leo. Grandes banquetes y gastos en muebles y comida de calidad que para él es dispendio innecesario. Le hacen comprar el palacio de Gravelinas. Tengo que confesar que lo he buscado en el mapa sin encontrarlo porque no existe. El final es una tragedia que parece repartirse de manera equilibrada en cada una de las cuatro novelas. La más amarga la de su hijo eminente Valentín.

  “Al fin he transigido, porque como dice muy bien nuestro amigo Donoso, vivir es transigir”.

  Tiene reflexiones que no puedo dejar de subrayar y transcribir para intentar recordarlas mejor. “De mí sé decir que cuando veo un buen retrato de mano de maestro, me quedo extática, y cuando leo Memorias, aunque sean tan pesadas y tan llenas de fatuidad como las de Ultratumba, no sé dejar el libro de las manos”. Por supuesto que las Ultratumbas son las de Chateoubriand.

  Y un vaticinio incrustado en una novela: “-El sablazo es la forma incipiente del colectivismo. Estamos ahora en la época del martirio, de las catacumbas. Vendrá luego el reconocimiento del derecho a pedir, de la obligación de dar, la ley protegerá al pordiosero, y triunfará el principio del todo para todos”.

  Las chispas de humor: “¿No advertiste cómo se dormía esta noche? Pues se hallaba en estado de hipotaxia, que algunos llaman encanto, y otros éxtasis.

 -Sólo he visto que tenía sueño la pobre…”.

 

  El miedo a repartir su riqueza y la gracia que tiene de denunciarlo: “Yo estoy viendo la nube de parientes con hambre atrasada que van a caer sobre mí como la langosta”.

  Para la última novela he querido hacer una prueba con esto de la Inteligencia Artificial. Le he pedido que me haga una reseña de tres párrafos de Torquemada y San Pedro donde se señale la conversación entre el misionero y el protagonista en cuanto a la muerte y el más allá. Este es el resultado: menos de cinco segundos.  

 

“Torquemada y San Pedro (1895) es la cuarta y última novela de la tetralogía de Benito Pérez Galdós centrada en el personaje de Francisco Torquemada, un usurero cuya ambición y avaricia lo han elevado a la nobleza. En esta obra, Galdós profundiza en la hipocresía social y la moral burguesa de la época, mostrando el patético declive físico y moral del protagonista. La novela explora la vana búsqueda de Torquemada por la redención a través de obras de caridad forzadas y su incapacidad para desprenderse de su esencia avara, incluso ante la muerte. Galdós utiliza el realismo y un tono a menudo irónico para diseccionar la conciencia de Torquemada y la ceguera de quienes lo rodean, ofreciendo una crítica mordaz a una sociedad que valora más la apariencia que la virtud genuina.

  El párrafo central de la novela incluye una conversación crucial que aborda temas de fe, moralidad, y el suicidio entre los personajes que rodean a Torquemada en su lecho de muerte: el padre Gamborena, Cruz del Águila, y el propio Torquemada (aunque este último participa principalmente en su delirio o mediante monólogos internos). Gamborena, el confesor jesuita, representa la ortodoxia religiosa y la creencia en la salvación a través de la fe y las obras. Cruz del Águila, hermana de la esposa de Torquemada, encarna una fe más liberal y humanitaria, dispuesta a interpretar la voluntad de Dios de manera más flexible, incluso para justificar el suicidio en casos extremos de dolor insoportable, un debate que se plantea en torno al recuerdo de un personaje anterior. Este diálogo expone la tensión entre la estricta doctrina eclesiástica y la compasión humana, mientras Torquemada, medio consciente, solo puede balbucear sobre sus cuentas pendientes y sus riquezas, demostrando la absoluta prevalencia de su avaricia sobre cualquier preocupación espiritual.

La resolución de la novela no ofrece una redención fácil. A pesar de los esfuerzos del padre Gamborena por arrancarle una donación piadosa que sirva como "llave" del cielo, Torquemada muere en un estado de confusión mental donde se mezclan sus rezos con cálculos financieros, dejando en el aire la pregunta de si llegó a arrepentirse o si simplemente trató de "comprar" su salvación como si fuera otro negocio. Galdós cierra la tetralogía con un profundo examen de cómo el capitalismo y la codicia pueden corroer el alma, haciendo de Torquemada y San Pedro no solo un retrato psicológico de un avaro moribundo, sino también una alegoría sobre la decadencia moral de la clase dominante española de fines del siglo XIX”.

 

  Cuantas profesiones van a tener que reconstruirse.

 

No hay comentarios: