viernes, 14 de noviembre de 2025

GAZPACHO O MESES DE VERANO EN ESPAÑA.

 

  Como he dicho en tantas ocasiones, me gustan los libros nodriza, los que traen otros libros dentro. La lectura, hace tres años, del libro autobiográfico y de ensayo de Martin Amis, Desde dentro, me hizo saber del libro de EM Forster, Aspectos de la novela, que leí hace más de dos. No fue fácil dar con él. Después de fatigar internet un vecino a cuatro manzanas de casa lo tenía. Un matrimonio que se estaba deshaciendo de todos sus libros almacenados durante toda la vida. Nada más comenzar su lectura me topé con un nombre desconocido, un viajante inglés que en el sigo XVIII vino a visitarnos, y decía Forster, que era uno de los libros más divertidos de viaje que había leído en su vida. Lo busqué pero no lo tenían en las librerías, así que lo pedí no hace mucho por Amazon. El libro de Forster consta de un ciclo de conferencias sobre el arte de la novela y le pusieron el nombre de William George Clark. Gazpacho, es el libro de viajes por España 1849, y trata a toda clase de personas, desde campesinos, taberneros, guardias, pulgas y moscas. Mientras recorre nuestro país va leyendo el Quijote. Una nota: para ir hoy de Madrid al mar más cercano se tarda apenas cuatro horas tomándoselo con calma. En esa época se tardaban cincuenta si tenía uno suerte. Cuenta una escena casi calcada a la del Quijote de cuando entran en una posada y a casi todo lo que piden les dicen que no hay: ni pollo, ni tocino, ni vino ni nada. Con los servicios de la época.

 Me gusta saber cómo nos han visto los extraños: Borrow, Richard Ford, Brenan, etc.

  El viajero Clark es muy divertido de leer pero tiene algunos gazapillos. Está paseando por Granada con un guía y cuenta que en un punto determinado de la ciudad el príncipe Miguel quedó muerto al caer de su poni con apenas dos años. No me acordaba de ese dato y me puse a mirar diversas fuentes. Todas dicen que murió de una enfermedad infantil. Su padre, el rey de Portugal, se quedó hecho polvo porque su mujer, hija de los Reyes Católicos, murió en el parto. No obstante estas cosas sin mucha importancia (no es un libro de historia) se compensan con las descripción de paisajes: “No se puede concebir una escena más gloriosa ni que conmueva tanto al alma como la que tenía ante mí: árboles, torres y lejanas montañas brillando al claro sol de la mañana, y el cielo, limpio de nubes, como dosel”. Estaba viendo la Alhambra desde el Albaicín, o el Albaicín desde la Alhambra, da igual.

   Cuando va a entrar a Gibraltar con dos compañeros franceses a él no le cobran nada por ser inglés, a los franceses sí. ¿Razón? “Voilá, respondió al tiempo que señalaba los cañones instalados en lo alto”. “¡Nada como la ley del cañón!”.

  En no pocas ocasiones los carabineros le pedían la mordida. Más se parecía aquella época de entonces al Méjico de ahora.

   Recorrió España en burro, en diligencia, a pie, y lo que vio lo contó a su manera. Fue publicado en Inglaterra en 1950 y se habló mucho de él.

 


No hay comentarios: