Este es uno de los libros del lote que le compré por walapop a la mujer de Las Rozas. Lo elegí porque me gusta la Historia y luego por la editorial, una de mis preferidas: Tusquets. Y el precio, seis euros.
Nació en Edimburgo y estudió en Cambridge. Historia y arqueología. Además de corresponsal y periodista. La zona: el Mar Negro. Ahora con más importancia desde la invasión de Rusia en Ucrania.
Reconstruye, como dice la contraportada, “un microcosmos a partir de apuntes antropológicos e investigaciones arqueológicas, sin olvidar los personajes históricos a través del tiempo”.
Cómo cambian los tiempos: “Había tanto caviar que en la Bizancio del siglo XIV era la comida de los pobres”.
“Los pueblos que viven mezclados con otros durante cien o mil años no siempre se quieren; la verdad es que tal vez se hayan odiado siempre. Para los individuos, “los otros” no son extranjeros, sino vecinos y a menudo amigos. Pero la impresión que me produce la vida del mar Negro es triste, y es la desconfianza latente entre las culturas no muere nunca.
La necesidad y a veces el miedo unen a estas comunidades. Pero dentro de esa unidad sigue habiendo un montón de grupos dispares, y no es modelo aprovechable para la “sociedad multirracial” de nuestros sueños y esperanzas. Es verdad que cuando ha llegado el salvajismo colectivo a las comunidades del mar Negro –pogromos, limpiezas étnicas, en nombre de unidades fantásticas, genocidio-, casi siempre ha llegado de otros lugares, como una importación del interior. Pero cuando llega, la aparente solidaridad de siglos se disuelve en cuestión de días o de horas. El veneno que surge de las profundidades se concentra en un único aliento”.
Qué bueno es el aburrimiento para la historia, y más para los pueblos: “Un historiador ha señalado que entre 1200 y 1900 no pasó allí casi nada; la historia de los karaim de Crimea fue un largo y apacible vacío”.
Y cómo cambian las historias “para siempre”:
“En 1783, la emperatriz Catalina II proclamó que la península era rusa para siempre y desde aquel momento. Y en 1954, Nikita Jrushov, un ucraniano que quería que sus paisanos se olvidaran de sus propias desdichas, anunció que Crimea dejaba de ser rusa y que desde ese momento era ucraniana para siempre”.
“Pero Heródoto, como otros autores clásicos posteriores, veía en el nomadismo más una estrategia militar que una forma de vida opuesta al sedentarismo griego”.
“La fuerza que introdujo a los invasores en el imperio romano fue de tracción, no de empuje. Y lo que él llama periodo de migración (las invasiones bárbaras) debería verse no como una intrusión catastrófica, sino como una pausa inevitable en un proceso de desarrollo”.
“Los bárbaros eran homogéneos; los civilizados eran multiformes y distintos”.
“Bartolomé de las Casas suponía que los invasores de América habían encontrado no tanto un mundo nuevo cuanto el viejo detenido en la infancia”.
Los cambios de la guerra: “”Unos siglos después, en 375 d.C., cuando los sármatas alanos atacaron y aniquilaron un ejército romano en Adrianópolis, el imperio romano cambió toda su concepción de la guerra y formó unidades propias de caballería”.
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