
Nunca he tenido de eso llamado crisis de lectura. Una amiga me regaló hace poco una estantería de un despacho profesional que ha cerrado por jubilación. 120 cms por 120 cms. Nueve compartimentos. Madera lacada en blanco. La he colocado a mi lado en el escritorio. Debe haber al menos treinta libros entre adquiridos recientemente y otros listos para la relectura. A veces me pego un chasco, pero eso me da un nuevo impulso para escoger el siguiente y hacer un nuevo intento. Últimos chascos: tres seguidos: dos novelitas, más bien esbozos, de Esther García Llovet, insustanciales, con nada de emoción o interés. Y el que acabo de terminar: El saqueo de Europa, de Lynn H. Nicholas, sobre la historia de las obras de arte robadas por los nazis: demasiado prolija, soporífera a veces; interesantes otras, pero guardaré el volumen como una enciclopedia, más de consulta que de placer lector. Además, tiene algunos fallos de traducción que me hacen desconfiar de la edición. El dueño lo compró en un VIP en los años 90 por 395 pesetas. Para resarcirme de tan insalubres lecturas comencé ayer tarde el delicioso librito, el clásico, El viaje Sentimental por Francia e Italia de Laurence Stern.
En cuanto a Vargas Llosa decir que asistí hace años (2007) a una conferencia suya titulada Escribir una novela, sobre precisamente eso: de dónde salen los materiales necesarios para escribirla. No llevó papeles ni apuntes. Lo presentaron, enseguida comenzó a hablar y después de hora y cuarto terminó para que el público, hasta ese momento silencioso, petrificado, le otorgara uno de los mayores aplausos que he escuchado a un escritor. Una de las partes que más despertó mi interés, porque lo desconocía, es de dónde surgió la idea de la novela La guerra del fin del mundo, y le vino de su lectura de Los Sertones, del brasileño Euclides da Cunha. Tanto me interesó lo que contaba que lo primero que hice fue buscar una edición potable en español y encontrarla físicamente. Una gran e histórica lectura. Esta temporada aprovecharé para hacerme con los dos o tres libros que aún no he leído de él.
El ser humano se va desprendiendo de actividades según pasan los años. De muchas ya me he despedido, jugar al futbol o al tenis, de otras me voy despidiendo poco a poco, correr, y de otras preveo un final cercano. Espero desde luego que la lectura sea la última.
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