lunes, 2 de diciembre de 2024

PACO CERDÁ. 14 DE ABRIL.

   Este año parece ser que va a ser mi año de la República. Varios libros en torno a los cinco años previos a la Guerra Civil. El que leo estas semanas me tomará hasta fin de año, el mastodóntico de Josep Pla, la crónica de la Segunda República Española. Cinco años, mil ochocientas páginas donde desfilan los cientos de artículos que el joven Pla escribió en periódicos cada vez más pesimistas. También será el año en el que he conocido al joven escritor Cerdá después de su Presente. Me gustó eso de que es un escritor de no ficción. Muchas veces la no ficción es mucho más increíble, más absorbente, más divertido en términos lectores, que la ficción.

  La República fue una máquina extraordinaria de crear frustración: en la economía, en el reparto de las tierras, en las relaciones con la Iglesia, en la autoridad, en la falta de seguridad.

  “Es absolutamente necesario reconocer que bajo ningún techo político podremos cobijarnos. Nuestras aspiraciones de igualdad en todos los aspectos no las encontraremos jamás en las monarquías, pero en las repúblicas tampoco. Únicamente la anarquía, el comunismo libertario, puede dar cumplida satisfacción a los justos anhelos del proletariado a los indispensables e inalienables derechos del pueblo, que hasta ahora le han sido negados”.

  “El conde de Romanones intenta negociar. Lo ha hecho toda su vida: con la mano derecha la intriga, con la izquierda el acuerdo. Su ideología ha sido su interés. Su cinismo cabe en una de sus frases: Al decir jamás, me refiero al momento presente”.

  “Del sentimiento trágico de la vida que hoy suena a profecía: Es libre no el que se sacude de la ley, sino el que se adueña de ella. Hoy Salamanca se ha adueñado de la ley; el maestro también. Su destierro ha terminado. La pluma ha vencido”. Unamuno.

  “La inmensa masa de la población española no se ha pronunciado por la república democrática de Alcala-Zamora o por el socialismo reformista de Largo Caballero, escribe: La masa ha votado contra la monarquía podrida y desacreditada”. Paradoja que el lo rural ganara la opción monárquica y que fuera en lo rural donde comenzaron las más sangrientas revueltas.

  “…todo el poder para los sóviets. Tienen una imagen incrustada en la cabeza: quitar la bandera monárquica de la casa de los Borbones y sustituirla por la enseña roja, la hoz y martillo en lo alto del palacio”. En la República todo el mundo quería subir su bandera a la azotea.

  Me ha encantado. Hay que seguir leyendo, hay que seguir para lo que sea a Paco Cerdá.

 

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