domingo, 18 de febrero de 2024

RICARDO DUDDA. MI PADRE ALEMÁN.


 

   Dudda nació en 1992. Su padre nació en 1940 y vivió como refugiado alemán junto a su madre y otros familiares. Así habla de su abuelo, perteneciente al ejército alemán, de su padre y de él mismo. Cuando Dudda nació ya tenía yo treinta años. La fecha de nacimiento es como una piedra que va cayendo a un pozo cada vez más negro.

 Autores que cuentan historias y ésta es buena. Mi padre alemán y está muy bien. Cuenta la historia de su padre, hijo a su vez de un tipo llamado Richard que, por investigaciones del nieto, descubre que su padre ha podido participar en horribles crímenes de guerra como miembro de una unidad nazi. Su madre y sus hermanos, viajaron como refugiados en un largo camino hacia el oeste, hacia occidente. Sigue el hilo del abuelo, y de su padre, emigrado en el 63 a Burgos y actualmente residente en una pedanía de la provincia de Murcia. Publicista, músico de la banda del pueblo, un tipo curioso. Historias humanas.

  Con este libro ha resultado finalista de libros de No ficción de la editorial Asteroide. Una de las que más me gustan.

  Dudda cuenta muchas anécdotas familiares de su padre. Quien ha tenido un padre durante muchos años tiene una colección de ellas. Mi padre cuenta siempre las mismas: una docena en la que siempre aparece mal parado: humillado, ofendido, castigado por un padre autoritario y bebedor, algo egoísta, con poco carácter. Un día pensé en escribirlas pues las sé de memoria,  pero mi cuñado D., gran dibujante, ya lo hizo en forma de cómic. Nunca podría yo ni siquiera acercarme a su talento.

  El padre de Dudda nació en un país que ya no existe: la Prusia oriental. Como decía su padre: “Uno era oficialmente del país cuya lengua se estudiaba en el colegio”. Por eso nuestros nacionalistas le dan tanta importancia de “su” lengua: es lo que les hará un poco más diferentes.

  El padre toca un instrumento musical: el trombón. Empezó en una humilde banda de jazz: “Como tenía algo de experiencia musical, no toqué bien, pero tampoco me equivoqué. Cuando había que tocar un solo, yo no sabía lo que hacía pero la gente aplaudía. Así empecé en el jazz”.

  El libro se lee en dos sentadas de agradable lectura. Me parece estar leyendo algo familiar. No son pocos mis familiares que en algún momento han dedicado sus vidas a la música, empezando por mi propio abuelo paterno y siguiendo por sus hijos, mis tíos y mi propio padre.

  Dudda, a tener en cuenta.

 

 

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