La editorial Espasa. Año 1994. 380 páginas. Buena tipografía. Se trata más bien de una biografía cultural y filosófica del personaje. Apenas habla de la vida familiar y poco de su carácter, aficiones, etc. Pero me ha interesado en bastantes de sus partes. Sí he notado que a veces parece algo desordenado, como si hubiera aprovechado trabajos sueltos uniéndolos sin desbrozar. Por eso a veces volvía a hablar de cosas ya habladas.
Lo que está claro y así lo demuestra es que Ortega y Gasset ha sido el pensador nuestro más importante del siglo XX. Y que de él y sobre él han salido la mayoría de los intelectuales. Ha tenido una influencia enorme. Una de las cosas que se cuentan es que tenía una forma de explicar la cosa de manera atractiva. Con muchas metáforas e hilando fino. “Da igual que esté hablando de Andalucía o de la mujer argentina, de un curso de golf en Madrid o de un restaurante en Biarritz, sus frases se disparan como flechas y dan justo en el centro de la diana”. Recuerdo cuando hace años leía La Rebelión de las masas cómo me dejaba engatusar, convencer por lo bien escrito que está. Para mí un buen filósofo es sobre todo un buen escritor.
En Meditaciones del Quijote: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. “La vida merece la pena vivirse aunque no seamos grandes hombres”. Pues se le agradece. Decía que había que hacerse una idea de que no somos el pueblo elegido de la cristiandad. Y lo atacaron desde todas partes por ello. Normal. Desde el 33 apenas volvió a hablar de política. Estan difícil que no se entienda…
Sobre el suicidio, sobre la felicidad: “Para él, eran la inactividad, la indolencia y la indiferencia hacia el mundo las que abrían fisuras en nuestro ser, haciéndonos vulnerables a la desilusión y a la desesperanza”.
“Dios ve las cosas a través de los hombres, que los hombres son los órganos visuales de la divinidad”. Otra forma de verlo.
“Durante unos días se vio confinado en cama con fiebre y septicemia. En este momento miembros de una organización de escritores antifascistas, algunos de ellos armados, se presentaron en la Residencia para exigir que él y otros ilustres intelectuales firmaran un manifiesto en apoyo de la República”.
Se negó, reformó el texto y luego, sí, lo firmó. Menudos eran ellos.
“El hombre, de hecho, no tiene naturaleza, pues en todo momento es un experimento en marcha e incompleto”.
“Saber escribir para quién se escribe es saber cómo escribir”. Virginia Woolf.
A veces espesote. Siempre interesante.
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