viernes, 26 de enero de 2024

CAMINO DE PERFECCIÓN. PIO BAROJA.

 Novela de Baroja: Camino de Perfección. Año 1902. Editorial Caro Raggio. Una de las que más me han gustado de él. Y, cosa rara, con algunos personajes femeninos subiditos de sensualidad. “Laura le excitaba con sus caricias y sus perversidades, y cuando veía a Fernando gemir dolorosamente con espasmos, le decía con una sonrisa entre lúbrica y canalla:

-Yo quiero que sufras, pero que sufras mucho”.

  Este libro iba con el lote que le tuve que comprar a una mujer de Almería de Wallapop. El otro era Vidas sombrías, uno de los libros de cabecera de Trapiello. Pues este, el de relleno, me ha gustado incluso más que el otro.

  Dentro dos entradas de cine, de los años setenta u ochenta. Una reliquia del tiempo.

  La novela comienza cuando un alter ego de Baroja, estudiante de medicina, comienza a contar la vida de un compañero peculiar estudios: Fernando Ossorio. "Alto, moreno,  silencioso, de ojos intranquilos y expresión melancólica”.

  En muchos tramos me ha recordado a San Manuel Bueno y Mártir de Unamuno. Ossorio mantiene conversaciones misticistas con un jesuita espabilado.

  “-Para esa misticidad –repuso Schultze-, el mejor remedio es el ejercicio. Yo tuve una sobreexcitación nerviosa, y me la curé andando mucho y leyendo a Nietzsche. ¿Lo conoce usted?”.

  En la solapa se dice que Valera, Galdós, Ortega Munilla expresaron públicamente la admiración que les produjo Camino de Perfección, y que tras este éxito quedó consagrado. No seré yo quien les contradiga. Una novela divertida y representativa de su tiempo. ¡Qué más se puede pedir!

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