miércoles, 22 de febrero de 2023

JULIO LLAMAZARES. EL RIO DEL OLVIDO.

   Este libro lo compré por tres euros en el Campillo del mundo nuevo, El Rastro. Un viaje siguiendo el río Curueño y sus recuerdos de infancia, en los Montes de León. Es el tercer libro que leo de este paisano de Trapiello. Es un libro de viaje en el que se narra el paisaje, el cielo, la tierra pero también los personajes que le van saliendo al paso. Anécdotas, historias, vidas.

  Lo comencé a leer en el aeropuerto de Palma durante las horas que tuve que esperar allí a mi avión. Casi diez horas pues mis acompañantes tenían horarios más matutinos y no era cuestión de llegar solo por la tarde. Si hay un libro no hay esperas. Una cerveza, una hamburguesa (¿Por qué están tan buenas las hamburguesas en los aeropuertos?), un café, una ensaimada, ver a la gente pasar, cientos de vidas en tránsito.

  Me ha llamado la atención una conversación que tiene Llamazares con un paisano de un pueblo propietario de un balneario:
  “-Lo que hace falta aquí es crear riqueza. Eso es lo que hace falta.

  -Hombre, claro –dice el viajero, contestatario-. Y repartir la que haya.

  -Claro, claro –asiente don José Fierro, paternal y tolerante, a sus palabras-. Y repartir la que haya. Pero, para repartirla, amigo mío, primero hay que tenerla. Y, para tenerla, hay que crearla, que, con la que hay, está claro que no basta. Así que digo yo que lo primero será crearla y luego ver cómo se reparte.

-No, no –vuelve el viajero a la carga-. A mí dígame primero cómo se reparte y luego ya veré yo si la creo o si me quedo en la cama mientras los demás trabajan”.

  Ni que decir tiene que el “viajero” es el propio narrador. No sé, nunca me ha convencido demasiado ese hablar en tercera persona de uno mismo.

  Bueno un libro leído en un par de días muy apropiado para leer en el aeropuerto. Más que un libro de bolsillo, un libro de monedero.

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