lunes, 20 de febrero de 2023

GÜNTER ANDERS. EL PILOTO DE HIROSHIMA.

    Una amiga escuchó un programa de radio y escribió en el foro donde comentamos libros, películas, series, viajes, gastronomía, etc, que según lo escuchaba se iba a acordando de mí por ser este un tema que me gustaría, pensó ella.

  Sí, me gustan estos temas por el grado filosófico al que se enfrenta la humanidad cuando hablamos de la bomba atómica, de las bombas atómicas.

  El libro consta de la correspondencia que mantuvieron durante años el filósofo austriaco y el piloto estadounidense que propició el primer lanzamiento, Claude Eatherly. Un eslabón en la cadena que lo hizo posible. También existieron cartas con otros destinatarios, sin ir más lejos, el del escritor Anders y el presidente de los Estados Unidos, J.F Kennedy.

 Efectivamente me ha interesado el tema. El sentimiento de culpa, la posibilidad de paralizar la historia de la humanidad para siempre.

  Günter supo de la historia del piloto a través de una revista. El piloto había protagonizado diversos incidentes contra distintos comercios para hacerse notar. Quería ser, de alguna manera, castigado. En contra de eso el gobierno quería premiarlo. “con sus aparentes actos delictivos, intentó que se le impusiera el castigo que no se le quería conceder”.

  Como se dice en alguna parte del libro Eatherly es lo contrario a Eichman, como decía él, una simple pieza en el conglomerado que lo hace todo posible. “No más Hiroshima” dijeron los dos y, claro, las víctimas.

  El libro abarca desde finales de los cincuenta hasta comienzos de los sesenta. Ambos están muertos pero si levantaran la cabeza y vieran el peligro cierto que planea este año de destrucción total se echarían las manos a la cabeza. Todo fue en vano como suele pasar siempre en la mente de poderosos sin escrúpulos.

  Debe tener no obstante cierto sexapil eso de disponer de la vida de los demás. Eatherly estuvo durante años recluido en sanatorios para enfermos mentales. Recibió infinidad de cartas de admiradoras cuando su caso se fue volviendo más que mediático: “Durante este tiempo me han llegado montones de cartas de mujeres de toda Europa, haciéndome las proposiciones más diversas. ¿Es que no hay hombres en Europa? Esto debe de ser consecuencia de los artículos publicados en revistas?”.

  Una reflexión del filósofo Anders disculpándose de su esposa enferma: “es realmente escandaloso hasta qué punto dependemos de nuestro cadáver”.

  Una de las veces que las autoridades arrestan al piloto fue por el motivo “de no haber respetado un semáforo. El caso es que yo todavía no me había sentado al volante”. Cuando te quieren buscar las cosquillas ciertamente saben cómo hacerlo, haya o no motivos.

    “Comportarse de forma irreprochable en la vida privada no es gran cosa, pues en esta esfera la costumbre suele sustituir a la conciencia”.

  Este libro lo he leído en su mayor parte en el aeropuerto de Palma donde estuve esperando mi avión por más de diez horas. He pasado una semana feliz en compañía de mis dos primos Francisco y Óscar y del amigo Chemi. Qué pocas cosas hacen falta para el disfrute. Casi únicamente querer.

 

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