Charlando con mi hija hemos comentado, entre otras cosas, este libro: El Entenado. Por encima le he dicho de qué trataba: ¡Papá, vaya cosas que lees! Y he tenido que volver a repetir: no es el tema lo importante, es la forma exquisita de narrar algo. Las frases, el punto de vista, el estilo, la sensación de que no sobra ni falta nada, que cada elemento está justo en su sitio. Y le he hablado de un cuento también perfecto cuyo tema es un tipo aburrido que “preferiría no hacer algo”, cuando su encargado le pide que deje su puesto de amanuense. Bartleby el escribiente.
En la novela no se sabe exactamente dónde se desarrolla, cuándo. Y se cuenta desde la vejez, algo así a lo que hizo Bernal Díaz del Castillo en su crónica sobre la conquista en la Nueva España.
Siendo grumete llegan a las estribaciones del Río de la Plata y es capturado por los indios colastinés y queda como único superviviente. Entonces juega con las trampas de la memoria, con el lenguaje, con los puntos de vista. Es todo eso, en principio algo sesudo pero no, se lee, yo al menos lo he hecho así, como un cuento de aventuras. Está basado en hechos reales. Francisco del Puerto que fue prisionero de una tribu aborigen en las inmediaciones del río Paraná.
Este es el primer libro que leo de Juan José Saer. Y no será el último. Había leído sobre él, sobre todo por tratar en profundidad el tema del canibalismo. Y se lee con las manos juntas, en oración, como se leía a Borges, a Pligia, quien era admirador de él.
Lo compré en el barrio de las letras, en una librería especializada en literatura iberoamericana. 22 euros. Caro, pero ha merecido la pena. La edición es de Rayo Verde y es preciosa. Buen papel y tipografía. Tapas duras.
Del prólogo: “No importa cómo se llame el lugar en el que se esté, se está siempre en la tierra natal. Y esa tierra es, para Juan José Saer, el lenguaje”.
Me encantan estas frases que parecen dichas por un ser elevado en el firmamento: “Ninguna vida humana es más larga que los últimos segundos de lucidez que preceden a la muerte”.
“Ahora que soy un viejo me doy cuenta de que la certidumbre ciega de ser hombre y sólo hombre nos hermana más con la bestia que la duda constante y casi insoportable sobre nuestra propia condición”.
“Basta una acumulación de vida aunque sea neutra y gris, para que nuestras esperanzas más firmes y nuestros deseos más intensos se desmoronen”.
Después de estar con los indios pasó unos años a cargo de un sacerdote. “Del padre Quesada me había quedado un gusto por los libros que llenan, con su música silenciosa, el hastío de los días inacabables”. Qué bonito.
Palabras que me ha gustado ver en este contexto.
Cabildear: Procurar con habilidad conseguir algo de una corporación o cabildo.
Entenado: Hijo de la persona con la que está casado alguien. Hijastro.
Cintilar: Despedir rayos de luz como indecisos o trémulos, o de intensidad y coloración variables.
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