jueves, 13 de octubre de 2022

SAMAR YAZBEK. LA FRONTERA.

   Hace años participé como extra en una película de Milos Forman. Cuando se estrenó y llegaron las críticas, uno de los más famosos, Boyero, a veces demasiado cruel, dijo que ésta no merecía ni un gasto en palabras y ahí acabó la crítica. Pues bien, yo acabaría aquí mi reseña: no merece la pena o si acaso para saber que hubo una activista reportera, mala, metida en un conflicto bélico que la concernía.

  Todos los temas se pueden tratar bien o mal. Samar lo ha hecho mal. Le falta mordiente, le faltan referencias. Se limita a relacionar una serie de horrores sin hilo argumentativo ni atracción artística. Puedo leer cosas sobre hecatombes, de hecho me encanta, pero tiene que tener un buen material y ese material ser bien tratado. Lo que viene siendo hacer una escultura bien hecha con materiales buenos.

En la actualidad sabemos que sigue la guerra en Siria pero no se habla de ella. Por casualidad entré hace unos días para ver alguna noticia y la única que resaltaba era el naufragio en aguas sirias de sesenta y tantos inmigrantes.

  Se dice en la contraportada que en el año 2012 se tuvo que ir de Siria por las protestas pacíficas que hubo contra el régimen de Al-Asad. Y que luego surgieron grupos yihadistas que hicieron la represión más brutal si cabe. Y dice que volvió clandestinamente para narrar lo que veía y ayudar así a su país. Flaco favor creo yo.

  Lo he leído en apenas dos días utilizando la manida lectura en diagonal y saltando páginas aburrido de escuchar el mismo canto monótono y sin sustancia.

  El libro lo compré de saldo en el Book Center del Gran Plaza. Muy pocos euros. Lo que vale un café. En este caso aguado.

  Fue premio Pen Pinter.

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