lunes, 25 de julio de 2022

NICOLA LAGIOIA. LA CIUDAD DE LOS VIVOS.


  Este verano ha sido el verano Italia. Y no porque haya estado allí. Tengo unas ganas enormes de visitar sobre todo Sicilia y el norte en las estribaciones de los Alpes. El caso es que de alguna manera sí he estado. Libros, series, películas, canciones, radio. En este verano he escuchado un buen puñado de podcasts de La Cultureta, ese trocito de Onda Cero donde un grupo de tíos y tías majas hablan de esto y de aquello.

  Un día el tema de la conversación fue Roma. Rosa Belmonte, esa murciana sabia que parece de la España profunda por su forma de hablar y por tener esa garganta tan castigada, dijo que para hablar de cualquier cosa hay que tener siempre referencias culturales. Y estoy de acuerdo. Entrevistaron a Juan Claudio de Ramón, Autor de Roma desordenada y se hablaron de infinidad de anecdotario, de historias. Cómo no recordar a Montanelli y a su Roma, a Enric González y su Historia de Roma, etc.

  Otra sección del programa se dedicó a este libro. Rubén Amón hizo un resumen y los demás plantearon sus impresiones de lectura. Tanto me atrajo el tema que nada más llegar a Madrid (lo escuché en las largas caminatas que duraban casi toda la mañana) lo compré en el Fnac de Las Rozas. Y cosa rara: se saltó todo el orden de lectura. Normalmente los libros están dispuestos en orden de salida, justo aquí al lado pero éste adelantó a todos y lo leí en apenas una semana. Apasionante es la palabra que mejor definiría lo que he sentido. Cómo puede un escritor hacer algo ordenado, legible, atractivo entresacado de miles de páginas de wasap, de documentos judiciales, de charlas, de periódicos. Es otro A sangre fría revisitado. ¿Por qué no? El True Crime está de moda. Cada vez me gusta más y es de las pocas cosas que tolero en las grandes plataformas.

  La historia que se cuenta es en definitiva sencilla: dos tipos que apenas se conocen se van a correrse una juerga en un apartamento a las afueras de Roma. Son de buenas familias. Para ello beben mucho alcohol, vodka sobre todo y mucha cocaína. Después de sobrepasar todas las líneas y de intentar involucrar a terceros sin éxito invitan a un muchacho de familia humilde de 23 años que trafica con drogas y se prostituye ocasionalmente para obtener dinero. Manuel Foffo y Marco Prato. Luca Varani, la víctima. Y todo acaba mal.

  El autor, del que no sabía nada, desgrana de manera obsesiva cómo fue posible llegar a ese estado de cosas. Y lo hace de manera clara y elegante. Desplegando de vez en cuando reflexiones filosóficas que se agradecen entre tanta desgracia. “Los monstruos no existen, los monstruos los creamos nosotros para descargar sobre ellos nuestra conciencia”.

  “Un carabiniere dijo que experiencias como aquella le convencen a uno definitivamente de que el mal no era un concepto abstracto, sino una presencia palpable”.

  “El coronel partía del supuesto de que el hombre es una criatura frágil, y que solo una ética a prueba de bombas, y una inquebrantable fuerza de voluntad, le impiden a veces sumirse en el desastre”.

  Y la política italiana, casi tan apasionante como la española. Lo latino, esa efervescencia cotidiana: Algunos ciudadanos empezaron a protestar contra quienes, protestando, habían favorecido el nuevo curso político. Otros protestaron contra quienes protestaban contra quienes habían protestado”.

  Según iba terminando, me hacía la misma pregunta: ¿Cómo puede un ser humano, normal, unos tipos normales, llegar a torturar y asesinar a un joven que no les había hecho nada? También me decía: ¿qué voy a leer a continuación que me procure el mínimo de satisfacción de éste?

  Entonces elegí otro tocho de Gay Talese, Honrarás a tu padre porque sabía que podía salvarme: la historia de la mafia siciliana en Nueva York. La familia Bonanno. Como ver de nuevo la saga de El Padrino. Y menos mal: no me equivoqué.

 

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