lunes, 18 de julio de 2022

JORGE EDWARDS. EL INÚTIL DE LA FAMILIA.

  

Hay escritores que son más atractivos cuando hablan de lo que son cuando escriben. Yo creo que Jorge Edwards es de los primeros. Me interesó este libro cuando escuché la entrevista que le hicieron en la Fundación Juan March. Sabe mantener al público lleno de interés. Habló de cuando estuvo en La Habana y el régimen lo expulsó por desavenencias políticas. Persona Non grata, 1973. Y luego habló de este personaje tan singular de su familia. Un escritor medio maldito que habitó entre nosotros a principios de siglo y que noveló en El chileno en Madrid. Entonces, buscando por wallapop, una verdadera biblioteca especial, di con una joven que lo vendía cerca de la casa que mis padres tienen en Aluche. Tres euros. La chica dijo que fue un regalo de su novio y que la lectura le resultó un tanto farragosa y añadió que en cualquier caso no tenía espacio en su piso para tanto libro. Yo le dije que vivía en una casa espaciosa, por suerte, y que era incapaz de deshacerme de un libro, aunque estuviera repetido o medio descarnado.

  Es verdad que la lectura se hace un poco confusa. Hay que estar concentrado porque si no uno se va perdiendo. Y creo que es porque el narrador, Jorge Edwards, a veces es suplantado por la voz de su tío en el pasado, y va cambiando del pasado al presente y de voces, lo cual hace que el lector, al menos éste, se desoriente. “Tuve yo –dice en el capítulo XXXVI- Jorge Edwards, no Joaquín, para que las cosas queden claras, y hace poco, es decir, años y décadas después de la desaparición de Joaquín…”. Malo si el narrador debe remarcar algo “para que las cosas queden claras”.

  Joaquín Edwards Bello fue premio nacional de literatura en 1943. Escribió muchos libros de éxito y fue un gran colaborador de prensa. A pesar de haber frecuentado los más excelsos lugares de Chile, París, Londres, Madrid, etc, era también aficionado a visitar lupanares y merodeador de salas de juego y prostíbulos de mala muerte. Le atraía lo clandestino. Hoy sería llamado con esa mala baba de la izquierda imperante en España un señor putero. Sin darse cuenta, quién sabe, que podrían estar llamando puteros a los más cercanos familiares.

  Tengo algunos subrayados: la archiconocida frase de Pascal:


  “Todos los problemas de los hombres, decías, citando a Blais Pascal, provienen de eso, de salir de su cuarto sin necesidad de moverse a cada rato sin saber por qué se mueven, por qué corren y se afanan, por qué se asorochan tanto”. Y explica qué es asorochar: ruborizarse, abochornarse.

  “Poco después, para el terremoto de Chillán del mes de enero de 1939, Josep Pla, uno de los más grandes articulistas catalanes de todo el siglo, viajó hasta Chile para mandar a Barcelona sus despachos de prensa acerca de la catástrofe”. Y añadía que apenas salía de los cafés de los hoteles donde se hospedaba. Y probó todos los artículos de las bodegas santiaguinas.

  Bueno, no voy a condenar a Jorge al ostracismo de mis baldas. Seguiré leyendo los libros que sigan cruzándose en mi camino. Me interesa ese que he mencionado de la Persona non grata. Al final, a pesar del mareo de los tiempos e identidades puedo decir que me ha gustado leerlo. Y además siempre lo recordaré por haberlo leído en la casa que mis padres tienen en la costa. Paseos tempraneros, desayunos en la orilla del mar, buenas comidas, paseos nocturnos con la luna llena y la lectura; que nunca falte.

  Para mi colección: Joaquín Edwards Bello nació en 1888 en Valparaíso y murió en 1968 en Santiago de Chile. Nació dentro de una familia acomodada y estudió en los mejores colegios. Se trasladaron a París para que su padre fuera tratado allí. Su obra literaria estuvo influida por Zola, Queiroz, etc. De entre sus obras más excelsas están El Roto, El chileno en Madrid y Criollos en París. Se quitó la vida pegándose un tiro con la pistola que luego adquirió Jorge Edwards del hijo de Joaquín, un viejo medio tarado. Tenía 81 años.

 

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