domingo, 27 de marzo de 2022

EL DERECHO A DISENTIR. MAURICIO WIESENTHAL.


   Wiesenthal, Barcelona 1943, raja contra la modernidad. Reparte de lo lindo contra los populismos tanto de derechas como de izquierdas, ajusta cuentas con su tiempo. Me parece una mezcla de Chateaubriand, Papini y Néstor Luján. Habla de los apetitos, del buen comer y beber, tan bien como Pla. Qué hambre de delicatesen y de vinos buenos le entran a uno leyéndole. Le gustan los buenos hoteles, los spas, las cafeterías famosas, las ciudades. “recrear una filosofía peripatética (la sabiduría es siempre una medicina) en los centros termales”. Ha estado en todos los sitios y ha hablado con todo el mundo. Como con casi todos, estoy de acuerdo en unas cosas y no tanto en otras. Dice Wiesenthal y estoy de acuerdo: “El pensamiento social exige una Constitución, y ésta es precisamente la gran enemiga de los populismos que quieren abolirla. Sólo los populistas detestan tanto la Constitución como los absolutistas”.

  Azota sin piedad a los políticos que han aprovechado las diferentes crisis que han sacudido nuestra sociedad: “Lo único que importa a la mayoría de los políticos es hacer con los demás todo lo que se puede hacer con un ser humano mientras aguante, pague impuestos y vote”.

  Cuenta también las visitas de antaño a las librerías polvorientas donde se podían encontrar joyas que ni los mismos vendedores sabían apreciar. Se las compraban de saldo a viudas que tampoco. Así compró una vez una edición de Los libros de mi vida de Henry Miller del 57 con una carta manuscrita a su traductor español. Enseguida he ido a ver una edición que compré hace más de treinta años en una librería que frecuentaba en mi barrio. Justo la compré hace treinta años y la he puesto en la montaña de los pendientes porque tengo un gran recuerdo de su lectura. He visto que tiene un capítulo sobre leer en el retrete. ¿Hay algo de lo que no sepa profundamente este hombre? Sabe mucho, también, de alpinismo, otra de mis aficiones lectoras.

  No recuerdo bien qué me llevó a comprar este libro en El Rastro. Sí es seguro que la portada me llamó la atención: una cámara de fotos antigua encima de una maleta, que evoca a viaje, a movimiento. “La literatura es un intento de embellecer la quietud”.

  “Erasmo y Montaigne amaban la lectura, no tanto por el afán de memorizar conocimientos eruditos, sino por las reflexiones que los libros despertaban en su alma”.

  “Tengo la clara conciencia de que nosotros, los europeos, al combatir la oscuridad de la Edad Media –en nuestra valiente defensa de la Ilustración- cometimos el error de socavar también los valores del humanismo, eliminando la fe”.  

  Cosas que definen Europa según Wiesenthal: Cafeterías donde se puede leer presa escrita, los caminos de peregrinación, las tiendas de antigüedades, incluyendo librerías, los mercados de los barrios populares, los hoteles con historia y los balnearios.

  “Los filisteos del progresismo tal vez no valoren este pequeño matiz: la tolerancia sólo es posible donde existe la ley. Y al abolir las normas, al menoscabar las leyes y sus mecanismos coercitivos, se acaba con la tolerancia”.

  “Una patria es algo bastante más serio que una nación, infinitamente más digno y humano que un Estado. Pero el europeo, que desde el siglo XIX está empeñado en pervertir su lenguaje, parece haber olvidado estos matices”.

  “Desde Cicerón hasta nuestros días, no he conocido jamás a un nacionalista que no guarde en la recámara de su memoria una reivindicación de fronteras”.  

  Una forma de ver las cosas con las que estoy de acuerdo. Decía Félix Ovejero en el número de enero de la Revista de Occidente: “no hay verdad sin punto de vista, que somos nosotros quienes seleccionamos el plano relevante, sobre el que levantamos conjeturas”.

No hay comentarios: