martes, 9 de marzo de 2021

EL TURISTA DESNUDO. LAWRENCE OSBORNE.

   Madre mía cómo me ha gustando el libro de Osborne. El Turista desnudo. El tipo –un respeto: ¡el escritor! y viajero-  decide viajar al rincón más inexplorado del planeta: Papúa. Pero cuenta todo el periplo: Dubái, Calcuta, Bangkok, que es el sitio donde ha establecido su lugar para vivir, “No hay en la faz de la tierra una sociedad más tolerante hacia lo sexual”, hasta llegar a su destino: Papúa Nueva Guinea. Es un tipo que nació en el 58, o sea, más o menos de mi quinta. Le da un poquito a la bebida, de hecho ha escrito un libro sobre el beber. Cuenta cosas del itinerario, sus estancias en ciudades y medios de comunicación. De hecho hasta que pasan dos tercios del libro no llega a Papúa. Desconfío de un escritor de viajes que no beba.

  Hay veces en las que uno conecta inmediatamente con un escritor, estableciendo un hilo sólido entre él y el lector. Cuando eso sucede uno da las gracias a la vida y pasa el tiempo de lectura, cinco días, en una especie de atmósfera de gratitud. Eso es lo que me ha sucedido con este descubrimiento: Gracias a Félix de Azúa. Leeré todo lo traducido. El próximo libro: Bangkok.

  Me he sentido identificado cuando dice “me aterrorizan los dentistas. Un viejo sádico me hurga la boca y me dice que deje de llorar. Todo recuerda a un hospital y por tanto, a la muerte”. Dice que una intervención como la que le hicieron en Bagkok, anestesia, coronas de metal, etc, 383 dólares: “En Nueva York por encima de los ocho mil dólares”.

 “Era la feminidad que había seducido a la probablemente bisexual Margaret Mead. Hay frecuentes descripciones de las mujeres samoanas en la literatura, lo que no implica que se las haya descrito como son: de piel dorada, menudas, sin ningún sentido del pudeur tal como lo entendemos nosotros, de alegría lasciva y picardía sutil”.

  Otro aspecto es el encuentro, “El Encuentro”, entre seres humanos occidentales y personas que no han visto jamás a nadie de fuera de su selva. Personas que piensan que el mundo es su selva. Dicen ellos, “los salvajes”: “Cuando te vimos, pensamos: ¿qué es esto? Luego nos pusimos nerviosos; estábamos cagados de miedo. –Todos se echaron a reír-. Pero no te matamos, ¿eh?”. Qué majetes.

 “En cuanto se ponen la camiseta y las zapatillas de deporte, dejan de tener valor, aunque a los korawai y a los kombai, por lo que he oído, les encanta la ropa occidental y la visten siempre que pueden”. Papúa Nueva Guinea estuvo entre los posibles destinos del pueblo judío. No quiero ni pensar en el resultado.

  Tienen una conversación en el último de los pueblos, mediante difíciles intérpretes, como cuando le hablan del más allá: “¿Qué os pasa cuando morís?”. Y sigue “Se encogieron de hombros y, a saber por qué, se rascaron los testículos. Nuestra alma se va a caminar por la selva”. Genial, toda una lección de filosofía.

  Luego Osborne pretende contarles cosas del mundo civilizado. Empresa bien difícil. Cómo explicar a un hombre de la edad de piedra cómo funcionan las cosas, cómo puede volar un avión. “En lo que concernía a esos maravillosos inventos de mi cultura, yo era tan ignorante como él. Es decir, él sabía mucho más de sus cosas que yo de las mías”.

  Tanto me ha gustado que le escribí un privado a través de facebook. En mi horrible inglés. No importa, imagino que me entendió porque de madrugada (vive como hemos dicho en Bagkok) me contestó con un “gracias, Hermi”.

  “Good Night. I´m a Spanish (Madrid) reader and right now I am reading your book, The Naked Tourist. I usually read travel books and this is now one of best never read. I´ll buy all yours books translates to Spanish. I like so much. I hope that you standing in Bangkok be happy”.

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