Hacía
años que no llovía tantas horas en un día de verano en Madrid. Si lo hiciera
así cuatro o cinco veces a la semana viviríamos en una zona tropical. He ido al
aeropuerto y estaba todo oscuro como si fuera una selva amazónica. Luego he ido
a tirar el vidrio y la basura sin importarme los rayos y los truenos, aunque al
llegar he sabido que un tipo ha muerto al caerle un rayo. No me canso de oler y
de imaginar la tierra sedienta hacer ese ruido que se hace con las pajitas
cuando se está acabando un sorbete.
Canadá. Me ha decepcionado un poco. Las
novelas, como yo las llamo, puras, como ésta, no terminan de convencerme.
Prefiero las novelas con algo de ensayo o de historia o de viaje o de memoria o
de diario. Porque es más rica la realidad casi que la imaginación. Unos padres
atracan un banco y eso afecta a la vida de sus hijos gemelos de quince años que
tienen que aprender a vivir con esa circunstancia toda la vida. Y emprenden
caminos por separado llenos de dificultades, lógico. Y –es la parte que más me
ha gustado- en la última, al final de sus vidas se reencuentran para hacer una
especie de repaso. Todo eso en quinientas páginas. Un buen novelista, no cabe
duda pero yo, a estas alturas, busco algo más, algo más que un contador de
historias inventadas. Leí El periodista deportivo y casi me gustó más, sin que
fuera tampoco, para mí, algo del otro mundo.
Acabo el libro inmaculado. Ni un subrayado.
Solo una historia que fluye sin grandes sobresaltos. Si acaso una pequeña
escena incestuosa con la hermana con el efecto de esas misas de algún músico
que arreaba un estruendo en la atonía general para despertar a los durmientes
fieles. Dice en la contraportada Eva Cosculluela que la ha recomendado a muchos
lectores y que todos regresaban agradecidos. Yo también la compré por algo
parecido, muchas recomendaciones y porque es otro de los atractivos ejemplares
de los 50 de Anagrama, de fabulosas
portadas. Pero yo no iría a agradecerle nada. No está mal. La he soportado y he
aguantado hasta el final sin saltarme página alguna como sí he hecho en otras
ocasiones con otras novelas parecidas.
Comienzo los Diarios de Miguel Torga. La vida
de un buen médico defensor de España y Portugal unidos, Iberia.
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