viernes, 17 de enero de 2020

Julio Llamazares. Tras-os-Montes.



  En la Cuesta de Moyano lo veo enseguida. Está forrado en plástico transparente. Cuando salió, allá por el 98, me dije que alguna vez lo leería. Pero ya se sabe que poco es lo que duran las novedades en los estantes de las librerías. Cinco euros, editorial Alfaguara. El libro, de viajes, se lee muy bien. A uno enseguida le entran ganas de echarse a la carretera y recorrer los mismos caminos, visitar a las mismas ciudades y pueblos, recorrer los mismos parajes, comer en los mismos restaurantes.
  Llamazares ha elegido emplear la tercera persona. A mí no me gusta, porque prefiero el estilo directo de la experiencia cercana que da la primera persona del singular. El se refiere constantemente al “viajero”. Es lo único que me ha molestado. La región está en el norte de Portugal y cercana casi siempre a la raya con España. “Es posible que esta vieja región histórica sea la más atrasada de la Europa civilizada, junto con las zonas más remotas e islas de Grecia y el interior de Cerdeña, Sicilia, Yugoslavia”. Así lo recuerda de algún autor, del que se habla de vez en cuando: Torga, Saramago… ¿Por qué en casi nunca vienen en los libros de autores españoles un índice de nombres al final? Ahora me ahorraría buscar alguno más del que no recuerdo el nombre.
  BraganÇa, Tuela, Vinhais, rebordelo, Aquae Flaviae, Chaves, Támega, Vidago (con la descripción de ese hotel tan encantador), Mirandela, Cavaleiros, Sendim… Pueblos que a partir de ahora no me sonarán a gallego sino a tierra pobre portuguesa pero humana, cercana.
  El viaje se hace en coche en  agosto del año 95. Hay, cómo no, muchos incendios. ¿Hasta cuándo aguantarán los bosques estas temperaturas, estos infiernos de todos los años.
  En fin que me ha gustado mucho y que Julio Llamazares es uno de los mejores prosistas de los vivos y que no se muera nunca. Ha publicado no hace mucho uno sobre catedrales. A ver si lo sacan en bolsillo y lo compro.

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